Maxo Benalal, en una imagen de archivo.

Ciudadanos ha suspendido de militancia al diputado Maxo Benalal por promover un golpe interno contra la portavoz del grupo parlamentario, Patricia Guasp. Benalal, además, tiene cuentas pendientes con el Parlament, que reclama al diputado no adscrito y vicepresidente de la Cámara la devolución de 15.000 euros por dietas percibidas de manera irregular durante 2020 y parte de 2019. Tiene mérito presentar tantos justificantes el año pasado cuando el país estuvo paralizado durante meses.

El ex diputado de Ciudadanos cobra un sueldo de 64.000 euros y otros 36.000 por pernoctas, manutención y otros gastos. Ahí se incluyen los hoteles y comidas porque los diputados, al menos cuando yo cubría la actividad parlamentaria, suelen ser recogidos en el aeropuerto cuando llegan a Palma, y mucho más si se trata de un miembro de la Mesa. Benanal ha dicho que no sabe qué hará tras la decisión de Ciudadanos por el “golpe de Estado” fallido.

Recuerden que Benanal promovía que Marc Pérez-Ribas fuese el portavoz en sustitución de Patricia Guasp. Pérez-Ribas fue elegido candidato tras ganar en las primarias a Xavier Pericay, uno de los políticos más cultos que ha pasado por el Parlament en los últimos años. Pues bien, Benalal está meditando su futuro pero yo les anticipo -y ojalá me equivoque- que no abandonará su escaño aunque le quiten el chófer, le hagan la zancadilla en los pasillos de la Cámara y nadie le vuelva a dirigir la palabra. Ya ocurrió un caso similar la pasada legislatura con Salvador Aguilera, que abandonó Podemos para no tener que pagar la cuota de partido diciendo, eso sí, que el partido no era lo que él pensaba, que se hacían mal las cosas, y bla, bla, bla. Por el bien de la política, deje su escaño señor diputado. Ni todo el dinero del mundo compensan acabar así la carrera política. Pero si opta por marcharse primero devuelva el dinero que ha cobrado de más.