Es la innovación la que nos permitirá ser más competitivos en los mercados. | Pixabay

La innovación está de moda. Instituciones, estrategias, planes, políticas, empresas, profesionales… Gran cantidad de actividades se realizan hoy en día vehiculadas a través del vector de la innovación. Es ya un dogma de fe el hecho de que la innovación es el camino para resolver los grandes retos a los que se enfrenta hoy la humanidad. Es la innovación la que nos permitirá ser más competitivos en los mercados. Es mediante la innovación como podremos alcanzar la sostenibilidad en nuestro planeta. Es la innovación la que va a garantizar la vida digna de las generaciones futuras.

La innovación, como vector transversal, afecta a todas las verticales de nuestra actividad humana. Así, tenemos innovación social, política, administrativa, empresarial, tecnológica, ambiental, financiera, energética, en movilidad, en comercio, en conocimiento, en la cultura, el arte, la sanidad…, en el pensamiento.

¿Qué significa innovar en el pensamiento?

Casi toda, si no toda actividad humana está acompañada del pensamiento; el pensamiento es el medio de acciones, instituciones, percepciones, interpretaciones, finalidades, valores, códigos de conducta, conocimientos… Según Gustavo Bueno, el pensamiento puede ser de conceptos, que son los materiales con los que trabajan las ciencias y las técnicas. Por ejemplo, los conceptos de triángulo, fuerza, electrón, temperatura, resistencia, ley… y también puede ser de ideas, esto es, los materiales con los que la filosofía trabaja; son ideas: libertad, nada, causa, dios, persona, evolución, mundo, progreso, estructura... La filosofía es la encargada de innovar en las ideas mientras que las ciencias y otras técnicas son las que se encargan de innovar en los conceptos y los objetos que generan. Innovamos en definitiva con el pensamiento, desde el pensamiento.

Otra cosa muy distinta es innovar ‘en el pensamiento’, innovar el pensamiento mismo, hacer innovaciones en el mismo pensamiento. El pensamiento es así entendido, no como un medio, sino como campo de experiencia, como otra vertical de la innovación, como otra realidad sobre la cual volcar el proceso innovador.

El pensamiento, ya sea objetivo o subjetivo, como vertical del proceso innovador, es una estructura sistémica en la conciencia humana. Este carácter sistémico permite hablar de tipos y de sistemas de pensamiento diferentes, tanto a lo largo de la historia y en un mismo momento histórico, como en un individuo o en un grupo social. Se observa que estos sistemas de pensamientos coordinan el quehacer del que piensa, son el lugar en el que se constituyen los juicios y generan causalidades complejas en las que se está envuelto.

Según Foucault, titular de la cátedra “Historia de los sistemas de pensamiento”, el pensamiento así entendido, tiene tres características fundamentales: es irreductible, es decir, no se puede reducir a una entidad más simple; es singular, es decir, hay acontecimientos de pensamiento, por lo que tiene realidad ontológica, sustancialidad, historicidad y, y esto es lo importante en el proceso innovador, tiene una actividad crítica sobre sí mismo. Esta actividad de poder replegarse y pensar sobre sí le da una potencia transformadora, la cual le posibilita el cambio y por lo tanto la innovación.
Innovar en el pensamiento así entendido significa someterlo a transformación. Innovar en el pensamiento supone indagar en el pensamiento dentro del cual pensamos, ya que no pensamos de una forma aislada sino desde el mismo pensamiento y dentro de su propia estructura, incluso objetivada, en la cual el pensamiento puede actuar, de manera que se innova en el pensamiento problematizando sus mismas condiciones de conformación.
Innovar en el pensamiento es, por lo tanto, un trabajo del pensamiento sobre sí mismo para inventar, de raíz, nuevas formas de pensar y por lo tanto, nuevas formas de coordinar el quehacer, de constituir los juicios y de envolverse en causalidades y compromisos, eso sí, de una forma creativa, sistematizada y atendiendo a unas finalidades a explicitar, que afectarán, por derivada, a otros acontecimientos que dependen de él, como instituciones, administraciones, empresas, órdenes sociales, costumbres, códigos morales, identidades, valores, conocimientos, percepciones, ideas filosóficas e innovaciones conceptuales y objetuales de otras verticales.