Los jugadores de España celebran el 3-5 ante Croacia. | Kike Huesca

Menuda semanita llevamos a vueltas con el megabrote y el Dragon Khan. El programador de la parrilla de los sábados por la tarde en La Sexta pagaría por un título así: Megabrote contra Dragon Khan. Estaría a la altura de Megatiburón contra crocosaurus, altamente recomendadas por los amigos Salva, Pepe y Colmenero.

Con los parques temáticos a medio gas o al ralentí, el genio de Luis Enrique se ha convertido en el principal valedor del Dragon Khan, la montaña rusa con uno de los loop vertical más altos del mundo, con 36 metros. El seleccionador nacional, el primero entre los 47,3 millones de alineadores españoles, apostó fuerte por un equipo joven, excelso y vertiginoso. Lo contrario habría sido una traición al sello Luis Enrique, admirador reconocido del vértigo vital.

«Me gusta el Dragon Khan, pero esta vez el dragón casi me engulle», afirmó tras esa montaña rusa de emociones vivida en el España vs Croacia. Los primeros 45 minutos los viví a bordo del Eleanor Roosevelt que nos traía desde Denia y, a pesar de las restricciones, entre el pasaje confirmamos que el fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes. Alguno podría decir que Arrigo Sacchi o Jorge Valdano se quedaron cortos visto lo que pasó horas después en el Francia vs Suiza, resuelto por la vía penal para infausto recuerdo de Mbappé, la apagada estrella de les bleus.

No sabemos si la Eurocopa forma parte de la agenda diaria del combinado nacional confinado en un hotel de Mallorca a raíz del megabrote engendrado en un concierto de reguetón y en tardes de pool party mallorquinas. La cafrería de los jóvenes está ahí, pero tampoco se puede pasar por alto la cuestionable gestión realizada por el Govern, pasiva ante las primeras luces rojas y mano de hierro con un confinamiento insostenible para la Justicia. En dos semanas veremos la reacción de Boris Johnson al Dragon Khan mallorquín.