Imagen de la mesa de un restaurante. | Foto de Naim Benjelloun en Pexels

En los últimos tiempos están apareciendo de forma exponencial establecimientos hoteleros y restaurantes que se definen como ‘adults only’, termino utilizado para prohibir la entrada a menores de 14 años. Un estudio publicado no hace muchos años exponía que el 52% de los usuarios de aviones preferían vuelos sin niños. Algunas compañías aéreas asiáticas ya cuentan con espacios reservados solo para adultos. También recuerdo un titular de una noticia que versaba «Un establecimiento prohíbe la entrada en su terraza a perros y a niños».

Los defensores de estas medidas, en debate sobre su anticonstitucionalidad por discriminatoria, fundamentan que la toman para evitar «molestias» a sus clientes. Es más, los usuarios de este tipo de establecimientos expresan su satisfacción ante la prohibición de la entrada de menores. Un profesor de turismo exponía: « El llanto de un niño podría estropear la experiencia gastronómica de los comensales». La legislación ya establece espacios como casinos, discotecas, bingos, etc. donde los menores tienen prohibida su entrada. Pero parece ser que el sentido y la intención de estas nuevas limitaciones no son las mismas.

Este tipo de prohibiciones para Jorge Cardona, miembro del Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas y catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Valencia «Son una clara discriminación injustificada y una violación del artículo 2 de la Convención de Derechos del Niño y de cualquier otro pacto, convenio o tratado de derechos humanos».

¿Es un problema que surge porque los padres educan peor a sus hijos?, ¿los menores generan estrés? o ¿los adultos son intolerantes a los niños?
Por otro lado, el movimiento ‘Childfree’, termino anglosajón utilizado para definir a las parejas de adultos que libremente deciden no tener hijos. Temática que incluso la revista Times abordó desde su portada. Este fenómeno debe observarse desde diferentes perspectivas, ya que influyen motivos laborales, económicos, psicológicos, sociales y ambientales. Veamos algunas de las razones que diferentes artículos y estudios exponen: cambio del arquetipo femenino, se admite culturalmente la feminidad sin necesidad de la maternidad, no cargar con la responsabilidad que conlleva criar a un hijo, el “dinky” doble valor del sueldo sin hijos, la sobrepoblación del mundo, ser padres no es tan bonito... etc.

El placer se encuentra en diferentes espacios y aspectos de la vida, a veces con hijos y otras sin ellos. Nuestras propia elección de estilo de vida, ocio y tiempo libre está determinada por las personas con quienes lo compartimos. Por ejemplo, una familia que viaje con niños buscará entornos y lugares adecuados a ellos (medios de transportes, hoteles, restaurantes, ciudades…), pero cuando viajen solo adultos posiblemente modificarán su planificación. No oculto que la convivencia familiar en ocasiones es complicada, pero no tengo ninguna duda que es una vivencia plena. Del mismo modo un lugar sin niños siempre me parecerá más triste.

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