Cámaras de seguridad en la fachada de un edificio. | Pixabay

Matt Hancock, ministro de Sanidad de Reino Unido, ha dimitido recientemente por una grabación donde se le ve besando a su asesora, Gina Coladangelo, en el interior de su oficina. Hancock se ha saltado así todas las restricciones de distanciamiento social impuestas por su propio ministerio. Tras la publicación de las imágenes protagonizadas por Hancock y Coladangelo se respira inquietud en el parlamento británico. ¿Habrá más grabaciones comprometedoras? ¿Quién será el siguiente involucrado en un caso similar? Lo cierto es que otras de las preguntas que nos hacemos son las siguientes: ¿Quién ha filtrado las imágenes? ¿Se ha violado la Ley de Secretos Oficiales? Nunca es tarde para debatir sobre los niveles de privacidad de las cámaras CCTV.

En muchos lugares del mundo, tanto en el ámbito público como en el privado, existen normas en materia de vigilancia por vídeo y privacidad. Es verdad que cada vez resulta más complicado encontrar un espacio seguro, sin que seamos grabados por cámaras de vigilancia constantemente. Las cámaras registran a las personas mientras compran, mientras conducen, mientras caminan, etc. ¿Por qué motivos es cada vez más complicado que haya espacios seguros? Destaco dos motivos: el primero de los motivos es porque cada vez hay más sistemas de CCTV instalados en las ciudades; y el segundo es porque estamos invadidos por dispositivos inteligentes o tecnologías de reconocimiento facial que imposibilitan que estemos en un lugar donde haya privacidad. Todos somos grabados a diario. Esa es la realidad. Esta tecnología de vigilancia tiene grandes beneficios, pero lo que puede usarse para bien, también puede usarse para mal.