José Juan Cardona, en una imagen de archivo.

Más conocido como José Juan Cardona, el expolítico del PP ha conocido esta semana que el Gobierno no va a tener con él la misma piedad y compasión que tuvo con los líderes independentistas condenados por sedición y malversación de fondos públicos. Al parecer, su indulto no produciría la concordia que supuestamente ha generado el perdón a los líderes del procés que, lejos de arrepentirse, han reiterado por activa y por pasiva que volverán a delinquir, incluso llegando a afirmar que el gobierno se podía meter «los indultos por donde les quepan».

Cardona ha cumplido ya la mitad de su condena sin poder obtener algunos permisos penitenciarios que sí se han otorgado a otros presos con peor conducta y condiciones que el exconsejero balear. A pesar de no haberse encontrado ni un céntimo en su haber de la supuesta trama corrupta, a Pep des Ferrer le perseguirá per saecula saeculorum la losa de una unos hechos que nunca ha reconocido, como sí hicieron otros acusados en la causa, quienes se apresuraron a pactar con la fiscalía y ‘cantar la traviata’ implicando a Cardona para ver reducida su condena a escasos 4 años.

De esta manera, el exfiscal Pedro Horrach consiguió tumbar al político ibicenco, a pesar de la escasez de pruebas que recaían contra él. Sin obtener todavía el tercer grado, el antaño líder de los populares ibicencos está ahora fuera del “hotel”, acompañado por un teléfono sencillo y refugiándose en el huertecito de su madre y en el mar, algo banal para cualquier isleño que adquiere un valor incalculable cuando uno se pasa casi dos lustros entre rejas por una resolución judicial que no comparten ni siquiera muchos de los que fueron sus adversarios políticos. José Juan Cardona es el hombre que rechazó la libertad para salvaguardar su dignidad.