El Evangelio nos habla de Pan de Vida. Ese pan de Vida es Jesucristo, el cual afirma que    sus oyentes lo buscan no por haber visto milagros, sino porque han comido de los panes y han quedado saciados. Muchos buscan a Jesús, guiados solo por intereses humanos.

Ha empezado el discurso del Pan de Vida. Jesús se presenta como Pan de Vida, que se prolonga a través de los tiempos. En la primera parte del discurso, Jesús se presenta como el Pan de Vida, en cuanto que la fe en Él alimenta para la Vida eterna. En la segunda parte Cristo revela el misterio de la Eucaristía: El es el Pan de Vida que se da sacramentalmente como verdadera comida.

Los judíos murmuraban de él porque había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del cielo. “Nadie puede venir a mí sino lo atrae el Padre que me ha enviado”., y yo lo resucitaré en el último día. El hecho de encontrar a Cristo es un don gratuito que ningún hombre con sus solas fuerzas puede conseguir. El Magisterio de la Iglesia nos recuerda en el concilio Vaticano II: Para dar la respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios que ayuda junto a los auxilios interiores del Espíritu Santo, que mueva el corazón, lo convierta a Dios, abra los ojos del alma y de a todos la suavidad para aceptar y creer la verdad. Cristo, imagen visible del Padre, dijo al Apóstol Felipe:

“Felipe: el que me ve a Mí, ve al Padre”. Creo en Jesucristo Dios y hombre verdadero. Alabado sea el Santísimo Sacramento. Sacramento-presencia. Sacramento-Sacrificio. Sacramento comida.

La Fe nos enseña que Jesús en la Eucaristía está presente como en el Cielo. Adoremos de rodillas al Santísimo Sacramento del altar.