Imagen de archivo de las obras en Can Misses.

Que la UD Ibiza compita en Segunda División debería ser un motivo de satisfacción para toda la isla, pero no ha sido así. Y el culpable no es otro que el Ayuntamiento de Eivissa, que es quien ha privatizado unas instalaciones municipales en beneficio únicamente de los dueños de ese club dejando el futuro en el aire de otras entidades igual de respetables que la UD. Así de simple.

Y, ¿a cambio de qué? Por lo visto, de que su presidente se convierta en el nuevo concejal de Deportes de la ciudad, y que sea él quien decida qué clubes disputan sus campeonatos en qué instalaciones y en qué condiciones. O que algunos de los miembros del equipo de gobierno de Vila se hayan convertido en community managers de la UD Ibiza a tiempo completo sin ningún tipo de rubor. No puede haber otra explicación.

Lo que ha sucedido aquí este verano no se ha visto en ningún otro sitio. Vila ha perdido todo el poder sobre el estadio y la pista de atletismo de Can Misses. La UD hace y deshace a su antojo con el beneplácito municipal. No es normal que el Ayuntamiento de Eivissa tome partido por un club de la forma tan descarada como lo está haciendo y nadie levante la voz. No es normal poner entre la espada y la pared a un club como el HC Eivissa por un par de viñetas y editoriales críticos. Salvo se cree que está por encima del bien y del mal porque la respuesta que ha obtenido siempre desde Can Botino ha sido la de «sí, bwana». P

ero en Ibiza, aunque alguien no se lo crea, ya había fútbol y futboleros antes de que él llegara. Y balonmano, bádminton, voleibol, rugby, fútbol sala, tiro con arco ... Dicho esto, ojalá la UD suba a Primera y se clasifique para la Champions League.