Joan Torres abraza a Toni Roldán en un instante de un congreso de El Pi. | Marcelo Sastre

El Pi se encuentra a las puertas de celebrar un congreso que culminará unos meses de auténtico desconcierto y estupefacción en la formación, cuya estabilidad estalló por los aires con la dimisión prematura de su líder y de los miembros de la ejecutiva que le apoyaban. Los herederos de Unió Mallorquina liderados por el diputado Pep Melià se enfrentan a los seguidores de un Jaume Font que ahora se relaja entre los fogones de su restaurante, evitando sabiamente el fuego cruzado entre ambas facciones del partido.

En Ibiza, el Pi tiene una representación residual, dado que ostentan un único concejal en Sant Antoni (si bien es cierto que ese escaso concejal genera, que no resuelve, los problemas de seis o siete ediles). Esa ínfima presencia institucional no ha evitado que los regionalistas ibicencos se dividan. Torres apoyará la candidatura de Tolo Gili (el candidato tutelado por Melià), mientras que Toni Roldán ha sorprendido a la opinión pública presentando su candidatura a liderar el partido.

En los grandes partidos es inconcebible que un ibicenco se atreva a aspirar a liderar un partido a nivel autonómico; para los mallorquines ese trono les corresponde a ellos por derecho divino. Roldán ha dado un paso valiente sin precedentes con el que puede volver a la primera línea política en un puesto de relevancia.

El veterano político vilero ha sustituido a Torres al frente del Pi en Ibiza y en poco tiempo ha reunido una importante suma de apoyos. Ahora las cartas están sobre la mesa y sabremos si Torres es ya un cadáver político dentro de la formación (fuera está más que claro) o si todavía es capaz de generar confianza entre sus compañeros. El Pi se juega seguir teniendo la oportunidad de ser bisagra o ser consumido por la crispación interna. Alea iacta est.