Imagen de archivo de Aída Alcaraz.

La sentencia que absuelve del delito de acoso laboral a Aída Alcaraz ha enloquecido a los socialistas y a lo que queda de lo que un día fue Reinicia. Andan como vaca sin cencerro intentando condenar a la víctima, algo inaudito. A este ridículo se suma una divertida campaña mediática que da por buenos los delirios de una oposición desnortada que berrea vendetta.

No debía ser tan infundada la querella de Javier Verdugo cuando el juez instructor apreció indicios de delito, otro agente de policía se querelló contra ella por idénticas razones y la Fiscalía llegó incluso a solicitar cárcel para la exconcejala. En este contexto, cualquiera hubiera pensado que esta izquierda de cristal también usaría el absurdo lema #YoSíTeCreo para defender a Verdugo, pero ya sabemos que la presunción de inocencia sólo opera cuando ellos lo deciden.

En un alarde de esperpéntico victimismo, ahora intentan tumbar a un funcionario que se limitó a defender en los tribunales unos derechos que entendía vulnerados. Es preciso recordar que Valdés y Alcaraz tuvieron que ir al retén a pedir disculpas al cuerpo de policía por burlarse de ellos en redes sociales o que una socialista enganchada a la teta de lo público decía que al ver al jefe de policía le entraban «ganas de pegar». Por suerte, ninguno de los tres está ya en el Ayuntamiento.

A pesar de sus intentos de intoxicar la verdad, la sentencia no condena a Verdugo por irregularidades y, aunque les duela, el Consell Consultiu dictaminó que su acceso al rango de inspector no debe ser revocado. La sobreactuación parece que no les va a servir para amedrentar a un alcalde que no está dispuesto a bajar al estercolero. Que lloren en la oposición lo que no se atrevieron a hacer en esa fugaz y (para algunos) rentable legislatura.