Jesús Turel.

El telón del verano se ha bajado de la manera más cruel. Escribiendo este altavoz todavía resuenan en mi cabeza sus clásicos silbidos de media tarde cuando se enfrentaba a la maqueta vacía o el tarareo in crescendo de algunos de los múltiples hits internacionales que ‘el Turi’ tenía en su cabeza. Su mesa se mantiene tal y como la dejó el pasado jueves.

Eso sí, su vacío cobra vida con el ramillete de flores amarillas y el escrito del amigo Espinosa recordando a nuestro querido timonel. El martes y ayer todavía giré varias veces la cabeza buscando su sonrisa cómplice, socarrona, un gesto que no podía disimular ni con la mascarilla, siempre a media asta, como las gafas.

Jesús Turel era un tipo entrañable, desenfadado, bonachón, de los que uno valora que se crucen en tu vida. ¡Cuántas cervezas se nos quedaron pendientes por las restricciones! El lunes te fuiste sin hacer ruido, dejando en el whatsapp varios mensajes pendientes de las dobles barras azules. La ausencia de respuesta me preocupó, pero también es cierto que eras más de hablar que de mensajes. La escritura medida y certera la plasmabas sobre el papel. En mi mente todavía te veo enfilando el pasillo de entrada con tus camisas hawaianas y tus chanclas Havaianas, tu genuino dress code de temporada.

Desde hacía unos días andabas liado con el asunto discotequero, el que tanto te gustaba. Si al final hay aperturas y cierres, seguro que estarás muy presente en el alma de la fiesta.

En mi debe tendré para siempre una de esas comidas en la pizzeria Puig d’en Valls. Tu pollastre pagès, tu cerveza, y vuelta al lío de la redacción. Este finde me tocaba pagar. Lo de que dejases el tabaco e imprimir decenas de teletipos y comunicados ya lo había asumido como una causa perdida.

Seguro que allá donde andes ya estás en el lío, pero siempre pendiente de tus Julia y Víctor. Shine on you crazy diamond, amic.