Imagen del último Pleno de Sant Antoni. | Archivo

Los gobiernos municipales en minoría son apasionantes y obligan a realizar un esfuerzo entre las formaciones políticas responsables, que normalmente suele ser positivo para los ciudadanos. Gobernar en minoría era habitual durante la transición, pero los grandes partidos lanzaron la idea de que había que tener mayoría absoluta para asumir un gobierno municipal, autonómico o estatal. Dicho esto, no parece descabellada la propuesta del líder de Ciudadanos en Sant Antoni de destituir como integrante del gobierno a Joan Torres, que lleva ya unos años yendo y viniendo, gobernando con derechas e izquierdas, pero sobre todo dando la nota y aportando más bien poco a su propio pueblo.

Ni en su partido, El PI, aguantan ya sus deslealtades y le han dado la espalda con su último desplante al gobierno del que él libremente decidió formar parte al inicio de la legislatura. Joan Torres debería saber que los políticos de partidos bisagras desaparecieron del mapa político balear cuando se disolvió Unió Mallorquina hace una década.

Por mucho que se esfuerce en visualizar su pulso con el gobierno del que forma parte, políticos como Joan Torres están pasados de moda, no tienen cabida en estos tiempos políticos.


La sociedad balear tuvo que soportar demasiado tiempo a políticos corruptos, que no tenían el más mínimo pudor en votar con izquierdas o derechas, y siempre apostaban al mejor postor. La ideología les importaba muy poco mientras su cuenta corriente se fuese llenando de comisiones, como se demostró en los distintos juicios protagonizados por Munar y compañía. Por lo tanto, Joan Torres tiene la opción de dimitir y pasar a la oposición, incluso apoyar una moción de censura contra el actual gobierno, o bien asumir lo que él mismo se comprometió hace dos años. Si por el contrario prefiere seguir con sus desplantes, el alcalde debe destituir a Torres inmediatamente. Tampoco se acabará el mundo.