Vicente Ribas Prats, nuevo obispo de Ibiza y Formentera. | Daniel Espinosa

El pueblo pitiuso está de enhorabuena con la proclamación de Vicent Ribas Prats como nuevo obispo. Conocí a don Vicent en mi época de estudiante de Secundaria en el Colegio Sa Real, donde, si no me falla la memoria, fue mi tutor en primero o segundo de Bachillerato. Sus alumnos guardamos de él un excelente recuerdo. Él era muy joven y nosotros unos cafres que creíamos saberlo todo de la vida.

Hacía pocos años que había sido ordenado sacerdote y mantenía una vitalidad y unas ganas tremendas por conectar con los jóvenes. Sus ascensos a canónigo de la Catedral en 2009 y a vicario general en 2010 ya indicaban que si algún ibicenco tenía que llegar a obispo debía de ser él. Desconozco los entresijos de su elección, pero está claro que su mejor aval ha sido el trabajo al frente de las parroquias de Santa Creu, Sant Miquel, Santa Gertrudis, Sant Mateu y Santa Eulària. También ha tenido mucho mérito el haber estado 20 meses al frente de la diócesis en plena pandemia tras la marcha del obispo Vicente Juan Segura a Valencia.

Eivissa y Formentera vuelven a tener un obispo ibicenco 60 años después. Y desde 1935, año en que el obispo Cardona Riera Frit se convierte en administrador apostólico de nuestra diócesis, ningún pontífice había pensado en un ibicenco para dirigir la Iglesia pitiusa. Demasiado tiempo. A don Vicent le han tocado tiempos difíciles pero la historia nos enseña que los católicos nunca lo han tenido fácil. En las iglesias cada vez se ve a menos gente y más envejecida. La Iglesia no acaba de enganchar a los jóvenes, cada vez más alejados de un discurso poco atractivo. Don Vicent no tiene ninguna varita mágica pero a determinación y a esfuerzo estoy seguro de que nadie le gana. Molta sort i endavant, don Vicent!