Dijimos en diciembre de 2020, al tiempo de la aprobación de los PGE 2021, que la cuestión no era aprobar unos presupuestos, cualesquiera presupuestos fueran, sino aprobar las cuentas que nuestro país necesitaba para volver al crecimiento y la generación de empleo, para corregir los desequilibrios de nuestra economía, para sacar de la desesperación a millones de españoles que se encuentran sin empleo, en las colas de los comedores sociales o impotentes viendo cómo el negocio de su vida se viene abajo, ahogados en endeudamientos y sin actividad.

No es que sirva de mucho decir «ya lo dijimos» pero transcurridos más de nueve meses del ejercicio podemos constatar que la realidad del país dista mucho de ser la que #EngañosMontero nos pintó en los presupuestos.

Unos Presupuestos Generales del Estado montados sobre la fantasía de un crecimiento para este ejercicio del 9,8 por ciento, previsión de crecimiento que a los tres meses de ejecución ya tuvo que ser rebajada ni más ni menos que en un tercio. Hoy la previsión oficial de crecimiento es del 6,5 por ciento aunque la corrección del INE sobre el segundo trimestre hace pensar a todos los organismos de análisis económico que como mucho creceremos el 5,5 por ciento. Una tasa de inflación que a septiembre se sitúa en el 4 por ciento. Una previsión de ejecución de 27.000 millones de fondos provenientes del programa Next Generation, lo advertimos pero hoy ya se conoce que como mucho el desembolso europeo será de 19.000 millones y la ejecución de proyectos va a ser muy escasa en este ejercicio con lo que la aportación al crecimiento va a ser nula. Y a todo ello hay que añadir el infierno fiscal que los PGE 2021 han traído consigo.

Han funcionado bien, en esta crisis, los expedientes de regulación temporal de empleo y las prestaciones por cese de actividad de autónomos pero adoptar esas medidas e instalarse en el inmovilismo sin prever la salida de las mismas es un grave error.

Hoy los españoles pagan más impuestos, están más endeudados, pagan más altas las facturas –como la de la luz– y empiezan a estar ahogados por una inflación descontrolada.

Este es el panorama. ¿En qué contribuyen a mejorar la situación del país los presupuestos del ejercicio en curso que son completamente papel mojado? En mi opinión, no solo no contribuyen en nada sino que se dirigen directamente a empeorar la situación, como estamos viendo. No hay recuperación robusta y casi no hay ni rebote económico, se están consolidando todos los desequilibrios de la economía española por falta de reformas y, lo que es peor, de seguir en las fantasías y el triunfalismo de Sánchez, el crecimiento de los próximos años va a ser lánguido.

Sostenía Sartori que, en democracia, el perfeccionismo cuando los resultados de su acción son malos o la práctica de sus ideas se revela ineficaz no se plantea rectificar conforme a la realidad sino que considera que es porque se necesita más dosis, es decir, dos tazas. Sánchez es un perfeccionista, maximiza sus errores obviando la realidad, y por ello con los Presupuestos de 2022, recién presentados, nos da dos tazas más de lo mismo. Dos tazas de fantasías en ingresos, dos tazas de acción inversora propagandística y mal dirigida, dos tazas de subsidiación y clientelismo, dos tazas de presión fiscal, dos tazas de palabrería sin sustancia, pero nos deja en ayunas de crecimiento robusto, en ayunas de empleo, en ayunas de reformas de nuestra actividad económica, en ayunas, sí, de un horizonte esperanzador para todos.

Necesitamos otra política económica, necesitamos otros Presupuestos que acompañen y estimulen la recuperación y la generación de empleo. Unos presupuestos realistas, confeccionados para ayudar a resolver problemas en lugar de dirigidos al autobombo. Necesitamos unas cuentas dirigidas a mejorar la vida de todos antes que cuentos con los que adormecer las conciencias solo para seguir en la silla.

En este sentido, hay una alternativa mejor para dejar atrás la recesión de 2020, el crecimiento lastrado de 2021, para abrir una nueva etapa de crecimiento en nuestro país, una alternativa que pasa por dirigirse a los españoles sin engaños, que apueste por bajar la presión fiscal para estimular el crecimiento y la generación de empleo; una alternativa que luche con decisión contra la economía sumergida e incentive la ganancia de tamaño de nuestras empresas, que rescate la agricultura y el campo español hoy abandonados a su suerte; una alternativa que apueste de verdad por la innovación de todos nuestros sectores productivos dirigiendo los fondos europeos a ello, que sepa hacer las políticas de protección de rentas pero que, al tiempo, inicie las reformas económicas que nos permitan mejorar el bienestar y garantizar el progreso de los españoles.

Hay una alternativa mejor, que apuesta por unos presupuestos para la recuperación, para la reducción de la desigualdad a través de la creación de empleo, mejorando la calidad del que ya creamos. Hay una alternativa mejor, en fin, que apuesta por unas verdaderas cuentas y por dejarnos de cuentos.

Artículo publicado en la web de eldebate.com