Juan Carlos unzué, durante su visita al Osasuna.

Cuando tengáis un mal día y penséis que no podéis más, acordaros de mí, que hace cuatro días jugaba como vosotros y hoy estoy en una silla de ruedas», palabras de Juan Carlos Unzué. Su vida, como la de muchos otros, cambió en 2019. Pero en su caso no fue por la maldita pandemia. La vida del ex portero internacional y la de los suyos dio un brusco giro el día que le diagnosticaron la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

El que años atrás dibujaba palomitas bajo el arco del Camp Nou o de su querido El Sadar, se desenvuelve ahora en silla de ruedas por una enfermedad que te consume día a día. Uno piensa en expresiones como los banquillos son como una silla eléctrica y te das cuenta de lo ridículos que llegamos a ser con los tópicos periodísticos y los clickbaits.

Desde este altavoz declaro mi culpabilidad. En vísperas del Villarreal-Osasuna disputado el domingo, Unzué atendió la petición del míster Jagoba Arrasate y ofreció a la plantilla rojilla una lección de vida, una más, en las instalaciones de Tajonar, su cuna futbolística. Son nueve minutos y 34 segundos de oro puro; de poner en valor lo realmente importante, lo trascendente: la vida y cómo afrontarla. «No tengo ganas de contaros nada sobre mi enfermedad. No quiero transmitir tristeza. Quiero transmitir justo lo contrario. Hay muchos motivos para disfrutar de la vida, pese a tener una enfermedad cabrona», enfatizó Unzué antes de dejarles una petición y un deseo, una sugerencia que hago propia: «Animaros a que si en un momento dado tenéis una debilidad, lo hagáis saber a alguien. Todos tenemos a alguien de confianza al que decirle tengo un problema . Porque, si no te quejas, ¿cómo cojones te van a ayudar?». El deseo es que salgáis al entreno, a la jornada de cada uno, y lo disfrutéis como el mejor día del mundo, porque es el entreno de hoy, la jornada de hoy, y es la que tenemos asegurada. Como dijo Johan Cruyff: salgan y disfruten.