La confianza que se deposite en un adolescente será proporcional a la que él deposite sobre sus padres. | Imagen de Ana Krach en Pixabay

La adolescencia además de ser un proceso psicoevolutivo transitorio entre la niñez y la adultez es una fase de búsqueda de identidad. Esta necesidad identitaria del adolescente suele ser la base de la mayoría de conflictos que surgen en esta etapa. Dado que el rechazo o la negación son las formas más básicas para definir su propia personalidad, sobretodo frente a los padres.

1. Seleccionar los motivos de discusión. Con un adolescente se puede discutir las 24 horas del día. Si tenemos en cuenta que en la discrepancia forja su identidad sabremos que la buscará de manera permanente. Se debe evitar tener la misma intensidad de conflicto cuando no recoge la habitación que cuando trata sin respeto a su hermana. Ser flexible en algunos temas y serio en otros ayuda a que identifique donde están los límites.

2. Establecer normas de convivencia. Las normas de carácter cultural o de opinión son otra gran fuente para que forjen su identidad. Imponer los gustos de los padres ayudará a definir los suyos de manera opuesta. Dile como tiene que vestir y verás como viste. Si la norma o el límite está motivada como una mejor convivencia será más fácil de cumplir. Ejemplo: la habitación puede haber ropa encima de la cama pero en el salón no, ya que es un espacio que usamos todos.

3. Dar autonomía y confianza. En ocasiones pretendemos que la experiencia de los padres sirva para los hijos. Pero nadie puede vivir de la experiencias de los demás, ellos necesitan tener sus propias vivencias y aventuras como proceso de aprendizaje. Es necesario ayudarles a levantarse cuando fracasen o cuando se equivoquen, no utilizar frases tipo “- Ya te lo dije”, dado que no ayudan. La confianza que se deposite en un adolescente será proporcional a la que él deposite sobre sus padres.

4. No criticar a sus amigos. En el grupo de iguales es un espacio donde el adolescente se encuentra muy cómodo y crea fuertes alianzas emocionales, principalmente porque todos están pasando por el mismo proceso y experiencia madurativa. No respetar a sus amigos o hablar mal de ellos provocará que se alejen de los padres. Intentar conocer a sus “brothers” nos ayudará a acercarnos a él.

5. Adaptar el modelo comunicativo. En la infancia los niños tienen más disposición para hablar, sin embargo en la adolescencia se produce una fase más retraída. Es importante evolucionar desde la comunicación orientadora que busca instruir, conducir o dirigir, etc. hasta una más consejera que pretende asesorar, dar otro punto de vista, acompañar, etc.

Si tenemos en cuenta que el adolescente está buscando su sitio y que en esa búsqueda debe superar muchas tormentas pasaremos a ser el faro que necesita para llegar a su destino.


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