Imagen de una máquina de escribir. | Pixabay

Soy un privilegiado. Tengo un trabajo que me apasiona. Es cierto que tiene sus pros y sus contras, sus días buenos y sus días malos, pero cuando termina el día, el mes o el año y hago resumen siempre me sale a ganar. Será porque tengo la fortuna de escribir en la sección de cultura de un periódico y eso, aunque muchos lo consideren de frikis y anticuado, para mí es muy reconfortante.

Es cierto que cuando estudiaba en la Universidad San Pablo CEU al escuchar a Arturo Pérez Reverte, Alfonso Rojo o Jon Sistiaga soñaba ir de corresponsal a Irak, Palestina, el Sáhara o el Tíbet, pero tras años de trabajar en distintos medios de comunicación, haciendo muchas cosas, llegué a Ibiza y descubrí el maravilloso mundo de los libros, los conciertos, las conferencias, el teatro o la música. Poco a poco fui comprendiendo que es una forma de hacer feliz a los demás. Algo que es relativamente sencillo con un artículo, una reseña o una imagen hecha por los buenos fotógrafos que conozco. Hay quien pensará que esto tiene una parte de autobombo pero prefiero quedarme con la idea de que cuando al día siguiente veo la noticia publicada he sido útil a mi manera a la sociedad.

Con la idea de que gracias a unas líneas, más o menos bien escritas, con más o menos fallos e incorrecciones, he conseguido arrancar la sonrisa de alguien. O, simplemente, que con una llamada o una entrevista de unos minutos he logrado que horas y horas de trabajo y esfuerzo tengan su reflejo. Estos últimos días ha vuelto a ser así. He tenido la suerte de escribir sobre Carmen Vidal, una ibicenca que ha ganado ya numerosos premios en Nueva York por su trabajo en una televisión local, sobre artistas que ponen en marcha sus exposiciones con toda la ilusión del mundo, o sobre Emmanuele Torres, Adrián Moreno y Chris Martos que acaban de publicar un libro con todo el esfuerzo que ello supone, o sobre las geniales Pageses Emprenyades por su último vídeo en el que reivindican la importancia de cuidar Ibiza.

Muchas gracias a todos por hacer que me marche a casa con una sonrisa. Por sentirme un privilegiado de hacer lo que hago y, sobre todo, por conoceros y aprender cada día con vosotros.