Hoy se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. Ojalá algún día no tengamos que hablar de reivindicaciones, marchas o manifiestos porque sería señal de que esta lacra habría terminado. También de que habremos eliminado el machismo en nuestra sociedad y que, por fin, trabajo de pioneras como mi madre o mi madrina, que desafiaron a una sociedad mucho más patriarcal que la actual, ha dado su fruto. Siempre me he sentido muy orgulloso de que Julia o Carmen demostraran a las que venían detrás que con trabajo, constancia y conocimiento se puede llegar a ocupar un puesto de importancia. Y todo sin dejar de luchar para que esta sociedad fuera más justa en materia de feminismo. Desgraciadamente aún hay muchas cosas por hacer. Tantas que, seguramente, no me cabrían en este artículo. La primera pasa por normalizar una política donde aún hay mucho machismo. A nuestros líderes se les ilumina la cara cuando hablan y presentan medidas pero se olvidan que no predican con el ejemplo. Impulsan cuotas para favorecer el acceso de mujeres a los altos cargos de dirección pero a la hora de la verdad, cuando toca, no apuestan porque una mujer sea candidata a presidenta del Gobierno. Pablo Casado se presenta por el PP luchando contra Isabel Díaz Ayuso como ya hizo antes con Soraya Sáenz de Santamaría o María Dolores de Cospedal, Pablo Iglesias lo hizo por Unidas Podemos, Pedro Sánchez por el PSOE, Iñigo Errejón por Más País, Santiago Abascal por VOX… En las comunidades autónomas Francina Armengol, y Díaz Ayuso, María Chivite y Concha Andreu son la excepción. Hasta Inés Arrimadas tuvo que esperar a que Albert Rivera se retirara para liderar un partido. Como si todos creyeran que no están preparadas o que nuestra sociedad no vería con buenos ojos que ellas nos gobernaran . ¿Por qué? No sería la primera vez que un país está bajo el mando de una mujer y en muchos casos con resultados muy satisfactorios. Por eso señores, menos hablar y más predicar con el ejemplo.