Imagen de archivo de un atasco en Ibiza. | Marcelo Sastre

Año tras año y sistemáticamente por este mes de diciembre viene apareciendo una polémica ligada a la tramitación de los presupuestos de la Comunidad Autónoma para el año siguiente. La polémica no es otra que la inversión que se hace desde las cuentas del Govern Balear en transporte público terrestre en cada una de nuestras cuatro islas, las reclamaciones de algunos Consells Insulars, el silencio cómplice de uno en concreto y los peregrinos argumentos de la Conselleria de Movilidad y de la Presidencia del ejecutivo autonómico a la hora de justificar la tomadura de pelo y el agravio comparativo que todo ello supone.

Lo cierto es que mucho queda por hacer en materia de movilidad terrestre en las Pitiusas por parte de los Consells Insulars y desafortunadamente y por lo anunciado no parece que lo que esta previsto hacer en esta materia por parte de las administraciones insulares, vaya a ser suficiente para alcanzar los objetivos que deberían perseguirse; tener el transporte público que nuestras islas merecen y que con ello se reduzca ostensiblemente el uso del vehículo privado.

En Eivissa se está desaprovechando la oportunidad de revolucionar de una vez por todas este tipo de transporte público, que supone la inminente renovación de las concesiones de este servicio para los años venideros; mientras que en Formentera todo el esfuerzo parece centrarse en la limitación del número de vehículos que puedan circular por sus carreteras, al tiempo que no parece existir el mismo interés en potenciar como se debería el transporte público.

Siendo la movilidad terrestre uno de los grandes problemas que están pendientes de resolver en las dos islas, está claro que hasta ahora el grado de exigencia de los dos ejecutivos insulares ante el Govern, es claramente insuficiente. No basta con reclamaciones puntuales como la anunciada hace pocos días por parte del Consell de Eivissa, solicitando una ayuda al Govern de 2,3 millones de euros para compensar las perdidas del transporte público insular derivadas de la pandemia.

Eivissa y Formentera harían bien en no olvidar que mientras que cada año el Govern riega con una cascada de mas de 60 millones de euros al trasporte terrestre de Mallorca, a las Pitiusas no llegan más que unos pocos millones en total, que no son más que cuatro gotas que se escapan de la cascada a la que antes me he referido; o dicho de otra forma, las migajas que desde Palma se está dispuesto a hacer llegar a nuestras islas.

En ningún momento se ha podido atisbar la más mínima intención por parte del Govern de que esta situación llegue a cambiar, a pesar de los demasiado optimistas deseos de los responsables insulares del área, de que al ser un ibicenco el actual Conseller al frente de esta competencia a nivel autonómico, el talante vaya a ser distinto. Lo cierto es que al haber manifestado el actual responsable del área que estaba encantado con el trabajo que su antecesor había desarrollado y que su intención no era otra que seguir en la misma linea, poco o nada cabe esperar que vaya a cambiar esta política.

De seguir todos y cada uno de los diputados del Parlament que representan a los ciudadanos de nuestras dos islas, con el bajísimo nivel de exigencia política, sea cual sea el partido en el que militen, pocos cambios podemos esperar en el habitual argumentario que desde Palma se viene utilizando siempre que se menciona este vergonzoso agravio comparativo. Lo que justifica la ridícula inversión que el Govern hace en Eivissa y Formentera, sigue siendo que nosotros en su momento aceptamos el traspaso de esta competencia a pesar de llegar con una insuficiente dotación económica, mientras que Mallorca no lo hizo; por lo tanto debemos aceptar que todos los millones del Govern sean para esa isla.

La excusa de que el único responsable de las dificultades que tenemos para invertir lo necesario en transporte público es el Consell ya que es quien tiene la competencia transferida y por tanto la responsabilidad de ser quien aporte todo el dinero que es necesario, ya cansa y más cuando vemos que otros sin hacer nada de nada se ven claramente favorecidos.

Quizás haya que empezar a cuestionar la viabilidad o rentabilidad de esta competencia y plantear que también aquí la gestione el ejecutivo balear y por supuesto que como tal invierta en la misma proporción que lo hace en Mallorca.