Los fanáticos catalanistas (entre los que abunda mucho charnego converso de celo inquisitorial y complejo de pureza lingüística) pretenden volver amarga a la dulce Cataluña. El señalamiento y persecución a un niño de cinco años por querer estudiar en español en la escuela muestra peligroso odio irracional, crueldad y pobreza espiritual. Y sorprende la cantidad de profesores nada educados que defienden una deriva fanática con métodos nazis en las mestizas riberas mediterráneas.
Deriva fanática
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5 comentarios
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Gracias por compartir su opinión en este periódico, admiro como escribe y la claridad con la que expresa algunos de sus pensamientos que tambien son los de la gente que vivimos aquí.
Y encima aquí en Baleares que somos anticatalanistas pero curiosamente tenemos una presidenta balear catalanista independentista, tócate las narices
@manu,pues sí, se ha perdido en su obstinación...rediríjase al Domingo III de Adviento....
... me he perdido... pensaba que el artículo iría acerca del fanatismo religioso que se imparte en las aulas, con las clases de religión de los diferentes credos, siempre crecientes... dentro de unos años tendremos también testigos del salón del reino, o hare krishnas, eso es el verdadero fanatismo en las aulas, el haber permitido tantos años que se impartan asignaturas impropias de lo que significa cultura, conocimiento, educación en suma...
Recuerdo la Barcelona de los 70,nuestras pequeñas escapadas desde una Ibiza todavía casi virgen, la Barcelona que anticipó, mucho antes que la manida y programada Movida madrileña, los tiempos de cambio. Mi corta edad no me permitió acceder a la sala Zeleste,aunque dudo que mi padre, él ,con su abrigo de alpaca, que ya no se estila en los vuelos chárter, más ocupado en conversar con los taxistas, que nunca juzgaron su acento galo ni su castellano incompleto, tuviera constancia de aquellos movimientos. Me contenté entonces con reír bajo el aleteo de las palomas de la plaza de Cataluña. Y Ahora escucho poemas de Vergés en la voz de Toti, y viejos vinilos de la onda layetana, pero en lo más alto de la noria del Tibidabo de mi mente, lejos de la sala de los espejos, para ver más allá de los estrechos y oscuros senderos por los que los nacionalistas obtusos y fanáticos nos obligan ,a palos ,a transitar.