San Juan Bautista con sinceridad y valentía descubre la necesidad de una profunda responsabilidad en su ministerio. El que tenga dos túnicas dé al que no tiene, el que tiene alimentos haga lo mismo. En una palabra, el Señor insiste en que debemos ayudarnos unos a otros. Y nosotros, los cristianos, ¿que debemos hacer? Primeramente, debemos ayudar a nuestros semejantes, que necesitan nuestra    ayuda espiritual y material. Recordemos las palabras de Jesús: «Todo cuanto hicisteis por uno de mis hermanos, conmigo lo hicisteis». Dios nos pide a todos la satisfacción en nuestro propio trabajo y condición. Cualquier trabajo digno y noble en lo humano puede convertirse en un quehacer divino. Dios no nos llama a actos heroicos. Pero a veces el heroísmo parece más fácil que vivir bien la vida monótona diaria.

«¿Cómo puedo traer lo divino en mis acciones rutinarias y hacer de mi fe una cosa viva?». Pensémoslo cada uno en nuestro interior.

Este tercer domingo de adviento es llamado Gaudete, Alegraos. Nuestra alegría se debe a que el Señor está ya cerca.