Un ferry en el puerto de Sant Antoni. | Marcelo Sastre

Hace poco más de diez días, saltó la noticia sobre unos supuestos primeros signos de saturación puntuales en el actual puerto comercial de Eivissa. El argumento de la saturación se utilizó por parte del organismo Autoridad Portuaria de Baleares, responsable de la gestión y organización de toda la actividad que se desarrolla en cinco puertos de nuestras Illes Balears, al tener que dar explicaciones sobre los motivos que provocaron que, unas semanas antes, un crucero atracado en el puerto tuviera que salir del mismo para que pudiera entrar y atracar un barco de línea regular.

La verdad es que, si uno reflexiona sobre la noticia en cuestión, resulta inevitable que aparezcan algunas interrogantes o dudas al respecto de la supuesta saturación y los posibles intereses que en torno a la misma pueda haber. En principio, no parece tener mucho sentido que, a la hora de analizar el número de escalas de este año, se tome como referencia el número de las mismas que se produjeron en 2020, año de pandemia y de drástica reducción de la operativa de la practica totalidad de las navieras que vienen operando en nuestras islas. Haciéndolo así, no resulta para nada extraño que el incremento de las escalas de un año para otro haya sido realmente importante. La duda surge cuando uno piensa si este incremento habría sido igual, o si habría existido, de haberlo cotejado con el ultimo año previo a la pandemia.

Por otro lado, resulta curioso que exactamente tres días antes se había publicado una noticia referida a los problemas que en la operativa del tráfico de pasajeros y mercancías venía provocando a las navieras la falta de personal en aquellos puertos que dependían de la APB, organismo este que en los últimos años ha visto cómo se iba reduciendo su plantilla de trabajadores, al mismo tiempo que se iba incrementando el volumen de trabajo. En los últimos ocho años, la plantilla de la entidad que gestiona los puertos de Baleares ha visto cómo se ha reducido en algo más de cuarenta trabajadores y eso mismo es lo que según el propio sector náutico viene provocando los desajustes que resultan perjudiciales para las navieras involucradas en la mencionada operativa portuaria.

También resulta curioso que la respuesta el delegado de la Asociación de Empresarios de Actividades Marítimas en Ibiza y Formentera, al ser preguntado acerca de esos supuestos momentos puntuales de saturación, consista en confirmar la existencia de esa saturación puntual y automáticamente se ofrezca a aportar la posible solución a los mismos. Supongo que, para sorpresa de muy pocos, la citada solución no es otra que la de reabrir al tráfico de pasajeros y mercancías el puerto de Sant Antoni. Seguro que nadie sería capaz de pensar que esta es una solución interesada por parte de las empresas navieras que transportan mercancías y pasajeros.

Está claro que son las navieras las únicas interesadas hoy por hoy en que se reabra al tráfico comercial el puerto de Portmany y no deja de ser curioso que el propio delegado de los empresarios reconozca que no son precisamente los ferris que atracan en el puerto de Vila, con sus bodegas hasta la bandera de camiones con contenedores de mercancías y todos sus camarotes y butacas ocupados por pasajeros, los que provocan esos momentos puntuales de saturación; achacando la responsabilidad de los mismos al elevado número de cruceros que se permite que atraquen en los mismos muelles.

Parece absurdo pretender alarmar sobre la capacidad operativa de un puerto de reciente creación, que por no tener no tiene ni tan siquiera acabada todavía una terminal para una correcta atención a los pasajeros y las navieras. Además de todo ello, resulta gracioso que se pretenda hacer creer que la solución que aportan resulta socialmente beneficiosa, cuando queda más que patente que a los únicos que interesa es a los propios empresarios, que de esta forma verían cómo se reducirían sus gastos al mismo tiempo que se incrementarían sustancialmente sus beneficios.

Puestos a que se sugieran soluciones adaptadas a la realidad, resulta extraño que nadie plantee la posibilidad de cubrir las vacantes existentes en la plantilla de trabajadores de la APB, puesto que parece evidente que no hacerlo sí supone un problema real y, por otra parte, algo que parece totalmente lógico es que si esos supuestos signos de saturación son debidos a los cruceros, lo más razonable es hacer una correcta programación de las estancias de cruceros, adaptando la misma a las posibilidades que ofrecen las instalaciones portuarias y no al revés. Sigue siendo falso que la isla necesite dos puertos comerciales.