Imagen de recurso del exdiputado de Unidas Podemos en el Congreso, Alberto Rodríguez, en una sesión plenaria en el Congreso de los Diputados. | EUROPA PRESS - Archivo

«Vuelvo a mi curro, a mi profesión, a ganarme el pan y continuar aumentando experiencias vitales». Así de orgulloso de manifestaba Alberto Rodríguez, exdiputado de Podemos por Canarias, tras haber sido inhabilitado por aporrear a un policía antes de ser político. El proceso es bastante lógico. Fue elegido diputado y al dejar de serlo se reincorporaba a su puesto de trabajo. Rodríguez, que llamaba la atención por sus rastas, regresaría a su empleo como obrero industrial. Recordemos que la Mesa del Congreso fue forzada y casi obligada por el Tribunal Supremo a dejar sin escaño a Rodríguez, quien al abandonar el cargo primero dijo que demandaría a la presidenta de las Cortes y después denunció que con su renuncia Canarias se quedaría sin diputado. Olvidaba Rodríguez, o quizás lo desconocía, que con su adiós el siguiente en la lista de Podemos, no de Vox ni del PSOE, ocuparía su escaño.

Pues bien, me había hecho la idea de que el carismático exdiputado de Podemos estaría recuperando el tiempo perdido y «aumentando sus experiencias vitales» como obrero industrial hasta que hace unos días Rodríguez pedía a la presidenta del Congreso que, al haber cumplido el período de inhabilitación, le devolviesen el escaño. Yo creía que para recuperar el escaño debería presentarse a unas nuevas elecciones y ser elegido por los ciudadanos canarios, pero quizás a Rodríguez no le diese tiempo de estudiarse el Reglamento del Congreso o hasta es posible que se haya modificado la norma sin que nadie se haya enterado.

En el fondo es que Rodríguez está encantado de ser casta y habrá vivido la dureza que supone de cobrar 5.000 o 6.000 euros al mes a recuperar un sueldo que, en este caso, difícilmente debe superar los 2.000 euros.

No hace falta irse muy lejos. Conviene recordar que en Baleares los altos cargos de Podemos que llegaron al Govern desde la Península para ocupar cargos han regresado a sus comunidades de origen después de perder gran parte del plus de residencia, que inicialmente estaba fijado en 22.000 euros, pero que debido a las irregularidades detectadas en algunos casos tuvo que rebajarse. Se ve que estos altos cargos apenas podían vivir con los 53.000 euros de sueldo anuales, más el nuevo plus, y han decidido abandonar Baleares. Entre estos cargos que han pasado por la política balear con más pena que gloria había una directora de Soberanía Alimenticia que ha regresado a Asturias.

A pesar del título de su cargo desconocemos qué hizo y lo que sí sabemos es que el sector agroalimentario no quería saber nada de ella.

Recuerden que cuando Podemos irrumpió en la política uno de los grandes aspectos que les diferenciaba del resto de formaciones políticas es que se limitarían los sueldos. Porque ellos no eran casta, repetían sin cesar. Pero todo cambió cuando Pablo Iglesias se compró un chalet y, claro, con dos sueldos mínimos resultaba imposible pagar la hipoteca. Total, que se cambió la norma y ya nadie sabe si los dirigentes de Podemos tienen un sueldo límite, si ganan igual que el resto de altos cargos, que por otra parte estarían en su derecho, o ceden la mitad de la nómina al partido u organizaciones sociales. Poco se habla del tema porque en realidad lo que hizo Podemos fue abrir un debate casposo con el objetivo de desacreditar a la clase política.

Visto el caso de Rodríguez y de los altos cargos del Govern que perdieron su plus de residencia está claro que los políticos de Podemos están más que encantados de formar parte de la casta que tanto criticaban cuando ellos no tenían cargos. Y es tan humano.