Los Don Pepe, tras el desalojo. | Toni P.

Hace muchos años un grupo de vecinos de Sant Josep vio cómo la Administración podía echarlos a la calle con la excusa de ampliar el Aeropuerto. Sus viviendas, alegales o directamente ilegales, se encontraban ubicadas justo en unos terrenos que serían necesarios para la ampliación de las instalaciones del aeródromo y la conversión de la pista de rodadura en pista de emergencia. El proyecto estaba incluido en el plan director del Aeropuerto, redactado por AENA en un momento en el que el ministro de Fomento era Francisco Álvarez Cascos.

Las viviendas afectadas sumaban 42 y en Ibiza saltaron todas las alarmas. El PP se vio entre la espada y la pared, al tener que defender lo que planteaba el Gobierno central y, a la vez, apoyar a los vecinos de un municipio gobernado por un histórico miembro del partido, José Serra Escandell. La izquierda se frotaba las manos ante el espectáculo: cemento, asfalto, vecinos enfadados y el eterno enemigo viendo cómo uno de sus grandes proyectos podía irse al garete.

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Debió ser la única vez en la que Serra hizo frente común con el entonces llamado Pacte Progressista. Y logró lo que quería. La pista siguió como estaba y los vecinos recuperaron la tranquilidad. Es más, sus viviendas fueron reguladas como tocaba y aquí paz y después gloria. Si hoy les expropiaran, se llevarían un buen pico.

Cuando la Administración quiere, puede. De ahí que tenga clarísimo que, en el caso de los Don Pepe, la Administración, el Ayuntamiento de Sant Josep, no ha querido evitar el drama a los propietarios. Y ahora lo agrava con la esperpéntica historia de las ayudas. La falta absoluta de empatía tiene, en psicología, un nombre. Búsquenlo en Google.