Rafa Ruiz, alcalde de Vila, en una imagen de archivo. | Daniel Espinosa

Cada año nuevo lo empezamos con los mejores propósitos. Ya saben, aquello de ponernos a dieta, ir al gimnasio, dejar de fumar… Sin embargo, muchas veces -tras el voluntarismo inicial- los buenos propósitos e intenciones acaban sin concretarse en ningún cambio. Lo mismo pasa con Sr. Ruiz en Vila: cada año nos cuenta su lista de buenos propósitos e intenciones y, acabado el año, no ha hecho ni uno.

2021 fue para la ciudad lamentablemente solo un año más, con los mismos problemas, pero agravados. Un año más sin PGOU, sin haber entregado ni una VPO, sin limpieza, sin contrato de suministro de agua y saneamiento, sin nuevas instalaciones deportivas. Un año más de abandono a los funcionarios de policía, con la Relación de Puestos de Trabajo en el cajón y los departamentos municipales desertizados. Un año más con la ciudad cerrada, cada vez con menos aparcamientos, sin plan de movilidad y sin transporte urbano digno de tal nombre. Un año más sin una plaza pública de educación infantil, sin es Gorg y sin es Mercat Nou.

En definitiva, un año más de propaganda, con los problemas agravados por la ineficacia y parálisis del Sr. Ruiz, como tuvimos ocasión de decirle en el debate del estado de la ciudad. Tres ejemplos más de ello:

Al final del año pasado, había en la ciudad 2.550 personas que querían trabajar y no podían, 373 empresas y 4.500 afiliados a la Seguridad Social menos que en 2019. Pues bien, cuando más necesario era ayudar para mantener y recuperar empleos, la ineficacia del Sr. Ruiz ha hecho que, de 800 solicitudes de ayudas directas a empresas y autónomos, sólo haya concedido 389, ni la mitad. Una vergüenza y una cifra muy inferior a las ayudas concedidas en otros municipios de la isla.

Por otro lado, sigue la percepción generalizada de que Vila es una ciudad sucia y abandonada. El gran anuncio de Sr. Ruiz en 2020 fue que haría una modificación de la contrata de la limpieza «para mejorar mucho». Casi un año y medio después, nada de nada, como todos sus propósitos. Es más, incluso vecinos y comerciantes tuvieron que salir a la calle a limpiarla.

Y un último ejemplo, no es normal lo que pasa en el departamento de policía local y la falta de seguridad en la ciudad, ni se corresponde al nivel que merece la segunda ciudad de Balears. Los funcionarios de policía huyen a otros municipios por las lamentables condiciones laborales, dimisiones de jefes de policía, chapuzas en las oposiciones, conflictos por las horas extra y productividades con convenios que deben rectificarse continuamente. Y lo que es peor, casi ningún agente en la calle.

Que no funcione ni lo principal en una ciudad ni sus servicios básicos es un claro perjuicio para Vila. No es que no puedan, no es que se equivoquen, es que ni escuchan ni lo intentan. Un perjuicio que se amplifica por la actitud prepotente del Sr. Ruiz, que va generando conflictos por donde pasa: en el deporte municipal, con los comerciantes, con los funcionarios, etc. Le hemos escuchado alguna vez decir que donde hay un problema hay un concejal socialista, pero la realidad es que donde hay un concejal socialista, hay un problema.

Por tanto, como cada año, tenemos los mismos problemas encima de la mesa, pero agravados por la inacción y el paso del tiempo, con mucha gente que va dejando atrás, en las colas del paro, en los comedores sociales, abarrotando bancos y portales de la ciudad para dormir… Y la pregunta es, ¿podemos esperar que en este 2022 con el Sr. Ruiz las cosas mejoren? ¿podemos esperar que cambie su actitud y rectifique? No, no lo hará porque en el fondo no sabe ni qué debe hacer.

No puede rectificar porque ni ve que sea necesario. Seguirá diciendo que todo va muy bien mientras tiene a los ciudadanos ahogados por su infierno fiscal, a los que niega bajar impuestos a pesar de que cada año envía a los bancos 15 millones de euros que no sabe gastar. El Sr. Ruiz no puede cambiar y, sin embargo, hay que cambiar.

Vila necesita un nuevo proyecto que la saque del ostracismo, necesita que restauremos su economía y recuperemos su sector comercial. Que la seguridad jurídica sea la norma, que los principales servicios públicos en limpieza, seguridad ciudadana, movilidad y vivienda funcionen, para que sean eficaces para los ciudadanos que los pagan.

En definitiva, necesita una oportunidad que renueve nuestras energías, para ser protagonista por lo positivo en lugar de ser siempre el ejemplo de lo que va mal o no funciona. Vila y sus vecinos quieren una oportunidad y el Sr. Ruiz no está condiciones de ofrecérsela. Hay que cambiar.