Rafa Nadal celebra uno de los puntos logrados ante Medvedev. | Reuters

En la infancia y especialmente en la adolescencia somos muy vulnerables a la influencia social, de manera simple este comportamiento se traduce en la permeabilidad que producen sobre los menores las opiniones, los actos, los gustos, etc. de los famosos (iconos juveniles). Estos ‘influencer’ serán directamente o indirectamente agentes de socialización expansiva y mucho de sus valores o antivalores condicionarán el proceso psicoevolutivo de los jóvenes.

Sin duda el éxito es uno de los aspectos esenciales para ser considerado famoso. Ahora bien, el camino para obtener la notoriedad puede ser muy diverso, la fama se podrá adquirir por varios senderos, en los extremos tenemos los que la consiguen a través del esfuerzo, la proeza, la solidaridad, la creatividad, etc. o por el contrario, los que la obtienen por medio del conflicto, la provocación, la polémica, la radicalización, etc. Con independencia de los caminos tanto unos como otros pueden ser referentes que influyan en nuestros hijos.

En otro orden de cosas, el hecho de ser una celebridad en una determinada materia o disciplina no tiene porque tener intrínseco o añadido una serie de valores en otros aspectos de la vida. A modo de ejemplo, un deportista será valorado por sus méritos, sus resultados, su esfuerzo o incluso por su juego limpio pero no tiene porqué ser ejemplo en otros espacios de su vida privada.

Sin embargo, Rafa Nadal se aproxima al ideal de referente positivo. Por un lado, tiene todos los valores que un deportista extraordinario debería tener: el esfuerzo, la técnica, el sacrificio, la implicación, el compromiso, la superación, el juego limpio, el respeto por el adversario y un largo etcétera de habilidades y valores que le han hecho convertirse en el referente del tenis mundial. Por otro lado, además de los aspectos deportivos, su vida fuera de las pistas refleja muchísimos valores englobados en la humildad, la cercanía, el compromiso social, el respeto, etc. Motivos por los cuales es unánimemente considerado un referente.

A todos nos gustaría que nuestros hijos se parecieran a Rafa Nadal, no literalmente o en su parte mega-exitosa, sino en la parte de valores y competencias personales. Para ello, sería interesante reconocer al deportista más allá de sus victorias y triunfos, conocer los esfuerzos y sacrificios con los que se compromete diariamente, también las dificultades y adversidades con las que lucha en su día a día. Poder escucharle será una de las mayores influencias positivas que podrán tener nuestros adolescentes. Por este y otros muchos motivos agradecer que sea el mejor ‘influencer’ que nuestros hijos e hijas puedan tener.