Mitin del PP en Ibiza. | Daniel Espinosa

Hay ocasiones en que, cuando una persona habla bien de otra, esto supone una especie de muerte social para la persona alabada. Sucede estos días, por ejemplo, cuando determinados tertulianos de la progresía de este país o reconocidos izquierdistas ensalzan la figura de Pablo Casado. Si ahora glorifican su nombre es que estaban muy cómodos con él al frente del Partido Popular, por lo que el cambio de líder se tendría que hacer cuanto antes mejor. Lo mismo sucede cuando yo hablo bien de algún miembro destacado de este PSOE, el de Pedro Sánchez y Josep Marí Ribas Agustinet. En este caso, aunque tengo una simpatía especial por el actual alcalde de Sant Josep, Ángel Luis Guerrero, y no le deseo ningún mal, le criticaré para contentar a sus jefes.

En los últimos plenos municipales, y en el celebrado ayer en especial, pude comprobar las malas formas que utiliza para dirigirse a la concejal de Vox, Pino Vidal, y las caras que pone y los comentarios que hace cuando toma la palabra en la sede consistorial. Hay que recordarle que, le guste o no, la señora Vidal está ahí porque representa a muchos josepíns que piensan como ella y que, en su legítimo derecho democrático, le han votado. A muchos les chirría que su partido haya pactado en Sant Josep con la extrema izquierda y que, en determinadas autonomías, lo haga con proetarras e independentistas. Nos guste o no, es lo que hay. Y Guerrero tiene la obligación, por su cargo, de respetar a todos los regidores.

También hubo un momento en que lanzó una chanza o gracieta sobre Isabel Díaz Ayuso, dando a entender que podría estar implicada en alguna corruptela. ¿En serio? ¿Y la presunción de inocencia? Recuerde, si acaso, sentencias firmes como la de los Eres de Andalucía o presuntos pelotazos como las mascarillas de Ábalos, los negocios del padre de Pedro Sánchez o cientos de cosas por el estilo que podrá encontrar en la hemeroteca en los últimos meses.