Una playa de Ibiza la pasada temporada. | Arguiñe Escandón

Tras la temporada fallida en 2020 y la temporada «a medio gas» del 2021, todos los indicadores turísticos prevén que la temporada 2022 será muy parecida a las prepandémicas. Incluso hay quien la define ya como «histórica». Las patronales del sector turístico, con el aplauso incondicional de los partidos políticos al servicio de la élite (el PP, su socio C’s y su inminente recambio Vox) auguran números de récord, prometen jauja y buscan frenéticamente trabajadores para cubrir sus plantillas y poder atender a tanto visitante. Sin embargo, no encuentran suficiente mano de obra porque los datos hablan claro: casi todas las personas trabajadoras residentes en Ibiza ya tienen empleo, y encima muchos de sus contratos se han convertido en fijos gracias a la reciente Reforma Laboral de Yolanda Díaz. Ya en la temporada pasada, pese a ser mucho menor de lo habitual, el desempleo se mantuvo muy bajo, y este año está claro que no habrá suficientes trabajadores residentes disponibles. Los empresarios convocan ferias de empleo, pero no cubren ni la mitad de los puestos que ofertan.

Intentan atraer trabajadores de fuera, los cuales no quieren venir a hacer la temporada en Ibiza porque se les va el sueldo en pagar una vivienda, si es que encuentran una. Y entonces ¿qué hacen los grandes empresarios del sector turístico? Se lanzan a comprar viviendas para alojar a sus trabajadores foráneos, provocando así inevitablemente una ulterior presión al alza sobre el precio ya inasumible de la vivienda para la gente de aquí. Por este motivo, tu alquiler será todavía más caro, y comprarte una casa será un sueño todavía más irrealizable. Para evitar malentendidos, este artículo no es un alegato contra el sector turístico en general, que es la base de nuestra economía y que proporciona importantes ingresos y un buen número de puestos de trabajo cuando se desarrolla de forma sensata, sostenible y bien regulada. El turismo de todo el año, el familiar, el cultural, el de naturaleza, el gastronómico, el deportivo o el de congresos representan una fuente de riqueza muy importante y que tenemos que cuidar. Aquí analizamos específicamente a quién le conviene el «exceso de turismo», aquel porcentaje de turistas que sigue masificando nuestra isla una vez alcanzado el pleno empleo técnico, y que se concentra en temporada alta. Ese «excedente» que padeces tú en los atascos de las carreteras, en los accidentes de tráfico y en las urgencias colapsadas; cuyos ruidos molestos, a menudo insoportables, te impiden descansar al final de tu larga jornada de trabajo. Y también lo sufres tú porque - directa o indirectamente - esa masificación turística provoca el aumento incontrolado del precio de tu alquiler, o el aumento de la inseguridad y de la delincuencia en tu calle y en tu barrio.

Los platos rotos de la masificación turística los pagas tú , porque tus impuestos se dedican a ampliar infraestructuras carísimas para adecuarlas a los picos estivales de visitantes, o a atender sus urgencias y accidentes, o a gestionar sus residuos, en lugar de ir a mejorar la educación de tus hijos, las ayudas a la dependencia para tus seres queridos, o la sanidad pública que te cura cuando enfermas: buena parte de tus impuestos van a paliar los efectos del exceso de turismo en lugar de volver a tí en forma de servicios públicos excelentes. Y desde luego, esta temporada «histórica» que se nos viene encima supone una gran amenaza para el ya maltrecho territorio de nuestra isla, por el aumento exponencial de la basura y de las aguas sucias, esquilmando aún más los acuíferos, por la contaminación de la central de Gesa para cubrir la demanda extra de electricidad, por los gases tóxicos de cruceros tan grandes que parecen ciudades flotantes, de los incontables coches de alquiler y de los aviones que anuncian 10 millones de asientos para Ibiza este año. ¡10 millones de plazas de avión para una isla de 147.000 habitantes! Este porcentaje de turismo «sobrante» también te perjudica a tí, pequeño empresario que tienes tu negocio en el Puerto o en Dalt Vila, o en cualquier pueblo de la isla, y que ves como las hordas veraniegas pasan de tu barrio y se agolpan en las macro discotecas o en esos engendros jurídicos llamados Hoteles Discoteca o Beach Clubs. Y eso mengua sensiblemente tus ingresos porque la masificación espanta al turista tranquilo y de toda la vida, que es el cliente típico de tu pequeño negocio. Lo pudiste comprobar el año pasado, cuando tu antigua clientela reapareció durante el cierre forzoso del ocio nocturno y tu economía volvió a prosperar. Además de ser tan dañino para el bienestar de la gente y para la protección del territorio, volver a los números turísticos prepandémicos representa también un paso en falso en latan necesaria diversificación de nuestra economía, una vez que todos hemos comprobado el tremendo riesgo que representa depender de un solo sector económico como es el monocultivo turístico.

Esta situación deja bien claro que la gente de la isla no solamente no necesita muchos más turistas de los que vinieron el año pasado, sino que más bien los padece, cuando apenas quedan personas desempleadas de aquí interesadas en trabajar en ese sector. Entonces, ¿a quién le conviene este aumento descontrolado y anárquico del número de turistas que choca frontalmente con la planificación de una economía mucho más sensata yal servicio del bienestar de la gente de aquí? Pues le interesa exclusivamente a unos pocos millonarios que nunca tienen bastante, dominados como están por la codicia: los grandes empresarios hoteleros y del ocio, los dueños de las aerolíneas, de las navieras, de las grandes constructoras; los especuladores inmobiliarios y los fondos de inversión. Se presentan como benefactores del pueblo, envueltos en pieles de cordero, pero que no te engañen: van exclusivamente a lo suyo. Tú sabes bien que el paisaje de Ibiza, el campo, los bosques, las calas de aguas cristalinas, son nuestro gran tesoro colectivo, son nuestra garantía de un futuro próspero y a la vez son el alimento de nuestras almas. Nos pertenecen a todos, pero unos pocos los explotan y dañan sin piedad para ganar más y más dinero con el turismo. Unas ganancias sacadas a cargo del tesoro común, o sea que te las quitan a tí y a tus hijos. Esas ganancias extra además acaban fuera de la isla, porque no pueden convertirse en sueldos para la gente de aquí que ya tiene trabajo con menos turismo o que prefiere trabajar todo el año en otros sectores.

Para poner remedio a tanto despropósito, solo Unidas Podemos ofrece soluciones reales: Declaración de Emergencia Medioambiental y Social de la isla de Ibiza (como ya se hizo en Formentera) para limitar la entrada de vehículos y las plazas de avión y barco, para ir reduciendo las plazas turísticas de forma programada, y para acometer la conversión de algunos establecimientos turísticos en viviendas asequibles para las personas residentes. El exceso de turismo no se logra solamente reduciendo el número de plazas turísticas legales. También hay que aplicar un control estricto y eficaz de la oferta ilegal multiplicándolos inspectores. Y además de multarlos de forma contundente, los inmuebles que alojen ilegalmente a turistas o acojan fiestas ilegales se destinarán a vivienda social durante cinco años.