Rafa Ruiz. | Archivo

El pasado lunes, con una sola frase, el alcalde de Ibiza, el socialista Rafa Ruiz, me hizo trasladarme a la legislatura 1999-2003. «Yo no leo lo que tú escribes», me respondió al preguntarle sobre el estado en el que está la ciudad que preside en lo que a limpieza se refiere. Recordé a una soberbia Pilar Costa presumiendo de lo mismo con las risitas de su corte de pelotas como sonido de fondo. El lunes no había corte de zalameros, salvo una Elena López que movía la cabeza como esos perritos que hace mil años se ponían en la parte trasera de los coches y que hacían las delicias de los niños.

«Yo no leo lo que tú escribes», dijo el alcalde con un desdén que no me sorprendió. Yo entiendo a Ruiz. Leer lo que publico es como cuando yo miro la báscula y constato que he cogido (muchos) kilos. Por eso evito pesarme y así no me llevo el disgusto. Pero este gesto inmaduro no convierte mis kilos de grasa en kilos de músculo. Y, con el mismo argumento, alguien debería explicarle al alcalde que, aunque no me lea, la mierda, el hedor o las ratas no van a desaparecer de la realidad de los ciudadanos.

Así que, como el alcalde no me lee, hoy me voy a permitir el lujo de aplaudirle. Sí, hay que hacerlo porque en su encendida defensa del Club Náutico de Ibiza ha estado muy acertado, pese a quien pese. Y es una lástima que sea el único que ha mostrado esa valentía a la hora de admitir que ha movido Roma con Santiago para evitar que el club caiga en manos de especuladores. Debe ser lo único que ha hecho bien en lo que va de legislatura. Así que, al César, lo que es del César.