Una imagen de s'Estany des Peix.

Tengo que reconocer que las informaciones que, casi a diario, escribo sobre la isla de Formentera no hacen más que maravillarme de cómo un enclave tan pequeño y con tanto potencial económico puede estar tan mal gestionado. Y es que, a los ojos de cualquier malpensado, parecería que tanto el Consell insular como la Autoridad Portuaria de Baleares quisieran que la isla diera la espalda al mar y que todos los que viven, de una forma u otra, de él acabasen en la cola del paro.

Si ya lo de la regulación de s’Estany des Peix dejaba más dudas que certidumbres tanto por lo aparentemente innecesario de la decisión, según se desprende incluso del único documento medioambiental publicado al respecto, como por la forma de ejecutar los trabajos, más propia de Pepe Gotera y Otilio que de una administración seria y rigurosa, ahora a parte de los empresarios del sector náutico se les cierra también la puerta del puerto de la Savina. Y, mientras que las administraciones van cerrando estas puertas, no van abriendo paralelamente alguna que otra ventana que dé una salida a decenas de familias, tanto las que operaban en el lago como las que lo hacían en el puerto, para que puedan seguir ganándose la vida honradamente como lo han estado haciendo hasta el momento. ¿De verdad que no hay forma, con tanto litoral, de buscar una ubicación para estas empresas?

A un año de elecciones no parece muy inteligente que las instituciones amarguen la existencia a unos empresarios que, como cualquier otro ciudadano, tienen voz y voto.