Una imagen de la Pasarela Adlib de este año. | Marcelo Sastre

El placer está donde uno lo encuentra. Ciego y furtivo como las flechas de Eros, regalo omnipresente, como el aliento afrodisio de la diosa nacida de la orgásmica espuma de las olas marinas. Las Islas Pitiusas son oasis hedonistas donde la aventura te sale al encuentro. Y su moda, naturalmente enfocada al placer, es Ad Lib.

Su estilo fresco y gozoso, elegante y sencillo, poético y pícaro como una fábula entre princesas y pastores, lleva encantando más de medio siglo, tiempo dorado en que tantos viajeros de poderosa personalidad y vagabundos del dharma contribuyeron al cosmopolitismo pitiuso, Arcadia añorada y Shangri-La de los mitos de Occidente. Pero también in illo tempore, pues Ibiza y Formentera siempre han tenido un aura de gozo que permite vislumbrar el velo de Tanit. Así lo creían los fenicios, que pronto se dieron cuenta que estaban en tierra sagrada, paraíso de la princesa Salambó para enamorarse sin complejo de culpa.

Los megayates de Es Martell –¡cuántas huellas divinas han dejado los pies descalzos en este puerto, con romances espontáneos en goletas y barcas de pesca!—quedan eclipsados por el paso ingrávido de unas al.lotas transformadas en vestales. Es lo que tiene la belleza, que resulta irresistible. Especialmente cuando tiene el allure del encanto, la gracia, como el duende que embriaga a las gitanas que saben parar, templar y mandar.

Ad Lib irradia sensaciones amorosas y resulta un magnífico exorcismo contra la vulgaridad que pretenden imponer los dictadores del más bajo denominador común, con dinero o sin dinero.    Ya el filósofo libertino Giacomo Casanova sentenciaba que nada hay más desigual que la igualdad. Entonces ¿por qué ensalzan tanto el feísmo o la esclavitud hortera de unos logos propagandísticos que hipnotizan al rebaño? ¡Hay que rebelarse contra la tiranía de tanto bolas triste sin fantasía! Atrévete a ser tú misma.    La máxima de Smilha: «Viste como quieras, pero sé elegante», es más necesaria que nunca. Adopta la máscara que prefieras, pero sé interesante; cultiva tu personalidad, porque el tesoro está en tu interior.

Ad Lib está imbuido en el misterio del Eterno Femenino, la gran diosa de tantos nombres que rige el Mare Nostrum. Y se muestra insinuante o descarada, a capricho va. Me acuerdo cuando en la clásica terraza del Montesol podías enamorarte a una hora indecentemente temprana, mientras mojabas la ensaimada en el Negroni. Como una aparición, en deslumbrante satori, era un milagro diario admirar a una diosa vestida de Ad Lib, que tomaba asiento y siempre te regalaba una sonrisa que curaba cualquier resaca.

Es maravilloso que las al.lotas deseen gustar. Así ha sido siempre y es de lo más natural, en épocas de matriarcado o patriarcado, hasta la triste irrupción igualitaria de los fanatismos totalitarios y sus tiranos asexuados. Pero este nada humilde cronista, que juega a ser zángano en la Isla de Bes, sabe que en Ibiza y Formentera siempre han mandado ellas. Ex Forti Dulcedo.

Y me place que la moda Ad Lib dance vibrante y muy viva, porque es un canto a la belleza que nos alegra la vida.