Portada del libro 'Los cinco mandamientos para tener una vida plena' de Bronnie Ware.

Hace unos días en una conversación con un amigo en la que «arreglamos el mundo» me acordaba del libro Los cinco mandamientos para tener una vida plena de Bronnie Ware. Esta autora es una enfermera australiana que durante muchos años desarrolló su función profesional en un servicio de paliativos, con personas con enfermedades terminales. A raíz de su experiencia comenzó escribiendo un artículo, que después se convirtió en un libro, donde plasmó las 5 reflexiones que mayoritariamente escuchó a los pacientes antes de fallecer.

Me resulta muy curioso que las reflexiones que hacen las personas en sus últimos momentos de vida sean principalmente arrepentimientos y no agradecimientos por una vida plena. Veamos los 5 «mandamientos» para vivir que Bronnie Ware nos plantea desde su experiencia:

«Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida siendo fiel a mis sueños, no a la vida que otros esperaban de mí». Esta es la frase que más escuchó, las personas se dan cuenta que muchos de sus sueños no se cumplieron, que habían tomado decisiones para agradar o contentar a los demás, sacrificándose por otras personas queridas o por cumplir los estándares sociales asignados.

«Ojalá no hubiera trabajado tanto». Se arrepentían de perderse momentos importantes en la vida: la juventud de sus hijos, mayor tiempo con su pareja, conversaciones con sus mayores, tiempo sin obligaciones, etc. Entendiendo que el sobreesfuerzo realizado por el trabajo al final de la vida no les generaba satisfacción.

«Ojalá hubiera sido capaz de expresar mis sentimientos». El hecho de no expresar lo que se siente por miedo a ofender o mantener la paz con los demás es otro de los arrepentimientos expresados por la mayoría de personas. La dificultad para expresar las emociones de una manera adecuada termina condicionando el desarrollo de vida.

«Ojalá hubiera tenido más contacto con mis amigos». El valor de la amistad también aparece de manera recurrente en los últimos momentos de la vida, los pacientes recordaban mucho a sus amigos. Mantener, contactar y disfrutar de las amistades a lo largo de la vida parece ser que es una herramienta de felicidad.

«Ojalá hubiese sido más feliz». A pesar de ser la última, no es por ello la menos importante, sino la más significativa. Las personas al final de sus vidas se dan cuenta que han estado muy condicionadas, sin salir de su zona de confort, renunciando a tomar decisiones que les harían vivir una vida más plena por miedo a patrones, condicionamientos culturales y sociales.
Las personas, cuando están en sus últimos días de vida, no se lamentan porque fuesen poco productivas o porque no hubiesen tenido éxito, se reprochan no haber vivido de una manera más autentica, plena y feliz.

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