The Sherlock Homes. | Imagen de tookapic en Pixabay

Desentonarían Sherlock Holmes o el Dr. Watson en alguna de las muchas fiestas que se celebran en las casas de Ibiza? No lo creo. Sin duda estarían más a gusto que en cualquier macrodiscoteca, un sudoroso beach-club o un hotel infumable con decibelios electrónicos a go-go. En una casa podrían fumar a gusto la pipa llena de tabaco de Latakia sin romper la Ley, tomar una copa bien servida sin medidores aberrantes, no tendrían que sortear los cordones VIP que separan a las gentes como si fueran ganado y Holmes hasta podría tocar una romanza al violín.

Naturalmente eso sería así en caso que fueran a fiestas como las de toda la vida, no ese concepto raro y moderno y difuso que llaman «fiestas ilegales». Suponemos que «fiesta ilegal» es donde cobran entrada y copas y no se pagan impuestos. A menudo son preparadas por gañanes y relaciones púbicas-públicas y la casa se transforma en un antro de lo más vulgar. Pero quitan muchos clientes a los poderosos que hacen negocio con el ocio, y por eso los políticos se han dado prisa en contratar a detectives privados para denunciar tales eventos clandestinos.

La verdad es que tales fiestas ilegales me tienen sin cuidado mientras no den el coñazo. Pasa igual que con las party-boats. Quieren hacer leyes para que el pasaje no se emborrache demasiado, pero nada dicen de las molestias de su contaminación acústica en la mar, todos los días. ¡Y esa es la cuestión! Sean legales o ilegales, se debería perseguir la jodienda a los vecinos y hacer cumplir las ordenanzas de ruido.   

Detectives privados contratados con dinero público para suplir a las fuerzas del orden en fiestas ilegales en Ibiza. «¡Very shocking!». Elementary, my dear Watson.