El fútbol profesional apesta. | jarmoluk

El pasteleo que algunos gobernantes profesan con los directivos de los más importantes clubs de fútbol es nauseabundo. Sucede en casi todos los lugares donde hay equipos de fútbol profesional. Teniendo en cuenta que actualmente el fútbol de alto nivel se asemeja al boxeo en los Estados Unidos en los años 20 del siglo pasado, no se alcanza a comprender cómo los políticos se prestan al compadreo con los dirigentes de esas sectas, quiero decir clubes. Proliferan los casos de futbolistas investigados por amañar partidos, algo que ha aumentado exponencialmente al mismo nivel que las apuestas. Luego vendrán los mismos políticos a los que se ve acaramelados con los magnates-presidentes de los clubes de alto nivel, a hablarnos del daño que hacen las apuestas y la ludopatía que generan. Los pelotazos urbanísticos que se han permitido alrededor de los estadios de fútbol en toda España son incontables. El favoritismo con que se trata a estas entidades, vergonzoso. La lista de los mayores deudores de la Agencia Tributaria está atestada de clubs de fútbol y de futbolistas millonarios, algunos de los cuales fueron incluso condenados por delito fiscal, lo que no ha impedido que sigan siendo adorados como semidioses. No importa lo que hagan ni de qué se les acuse, su fama no mengua nunca. La gente les sigue en las redes sociales y la prensa publica detalles de sus vacaciones, de sus casamientos y de sus separaciones. Pero sucede que a unos clubs se les beneficia en detrimento de otros, a quienes a veces se perjudica. Y nadie puede pensar que eso sucede así, por las buenas, sin razones de fondo que se ocultan pero que todos sospechamos.