La cabina de un avión de pasajeros. | Pixabay

Antes que tener un descuento de residente a la hora de viajar a la península habría que tenerlo para salir a divertirse en las islas. Ignoro la millonada que se gastan en subvencionar billetes, pero sé que las compañías cuentan con ello para subir sus precios. Por algo resulta más caro viajar a Madrid o Barcelona que a Londres o Múnich. Sería más gratificante para el nativo o residente tener un descuento a la hora de salir a cenar o irse de copas, por mucho que moleste a los puritanos bolas tristes que pretenden que hibernemos como osos durmientes.

Tal medida reactivaría especialmente la economía invernal y muchos pueblos fantasma a partir de esa fecha en que los mamones energéticos nos roban una hora de luz. ¡Y qué decir del color que la fauna local daría a tanto garito que adolece de apartheid turístico!

Porque en las Pitiusas hay mucho local donde resulta imposible ver a algún paisano. Los precios están disparados y no precisamente por la guerra de Ucrania. La avalancha turística que viene a gastarse en una semana sus ahorros de todo el año, el impresionante éxito comercial con mucho forrado que derrocha la pasta, fuegos de artificio de una moda más o menos vulgar que impone unos precios imposibles de pagar para la mayoría de residentes.

¿Cambiaría tal descuento consumista la corriente a la hora de ir a determinados garitos? Lo dudo. La fauna pitiusa seguiría yendo a los de siempre porque a estas alturas sabe donde se la trata bien y no dan gato por liebre. Pero podría acudir más a menudo y con más alegría, lo cual sería espléndido para la psique isleña.