Vicent Marí. | Archivo

En el siglo XV-XVI el Marqués de Santillana escribía en sus obras recopilatorias, 'Refranes que dizen las viejas tras el fuego', el famoso: echa la piedra y esconde la mano. Actualmente, el uso de este refrán está siendo cambiado por el sector que defiende el ‘supuestismo’, es decir, los que culpan a alguien sin pudor y emplean la palabra ‘supuesto’ para camuflar su verdadera intención.

El adjetivo ‘supuesto’ lo define la RAE como: considerado real o verdadero sin la seguridad de que lo sea. Cuando afirmamos alegremente que ‘supuestamente’ alguien ha cometido un delito, realmente estamos afirmando que lo ha cometido porque lo consideramos real, aunque como no podemos asegurarnos de nuestra afirmación, nos lanzamos al río de la culpa sin ningún rubor. Vamos, nos cargamos el derecho fundamental de la presunción de inocencia. Sería más fácil decir supuesto inocente, pero claro, no mola tanto.

El derecho fundamental de la presunción de inocencia está plasmado, afortunadamente, en nuestra Constitución y fue uno de los principales logros de la Ilustración para evitar los tan temidos juicios medievales. Gracias a este derecho, para culpar a alguien hay que demostrar que es culpable. Simple pero fundamental.

Durante esta semana hemos podido apreciar a políticos y fanáticos partidistas culpando, siempre con el ‘supuestismo’ por bandera, a un inocente. Los que se autodefinen ‘progresistas’ se cargan, sin ninguna vergüenza, la presunción de inocencia y abrazan entusiasmados cual dogma de fe la presunción de culpabilidad. Es curioso que, los que reniegan de épocas pasadas defiendan una de las bases jurídicas de la Ley de vagos y maleantes de 1933 y de la franquista Ley de Peligrosidad Social de 1970.

Resulta curioso también, que los mismos que vilipendian a un inocente, callen y escondan la cabeza cual avestruz cuando en esta misma semana el Tribunal Supremo ha hecho pública la sentencia del ‘caso de los ERE’. Sentencia que en 1.205 folios declara culpables a políticos del sector denominado progresista. Éstos sí que son culpables, ni supuestos ni no supuestos, culpables sin más. Ni un mensaje de condena a los responsables de uno de los peores casos de corrupción de nuestra democracia. A los aprendices a inquisidores no les interesa este juicio que, por cierto, ha respetado en todo momento el derecho fundamental de presunción de inocencia en un proceso ejemplar.

Desafortunadamente, supuesto inocente de mí, pensaba que muchas personas habían aprendido del caso Aida Alcaraz. Aida, recibió críticas y ataques (siempre con el supuesto, por supuesto) sin respetar su derecho fundamental de presunción de inocencia, y claro, cuando no pudo ser culpada de nada, se hizo el silencio entre los críticos. Tristemente, nos ha podido más el ansia de venganza que el aprendizaje y la empatía.

No todo vale por un puñado de votos, no nos podemos saltar un derecho fundamental por el ansia de ocupar un puesto político. El descrédito gratuito al político provoca que cada vez sea más difícil encontrar gobernantes capacitados, y eso, repercute en nuestro bienestar. Los partidos políticos, sean del color que sean, deben estar unidos ante los casos de corrupción para evitar que vuelvan a producirse, pero no usar la corrupción como arma arrojadiza. Desde mi punto de vista, acusar de un delito, con supuesto o sin él, sin una sentencia firme, es vergonzoso.

Para mí, el presidente Vicent Mari, es totalmente inocente y, por lo tanto, todo descrédito basado en ‘supuestos’ está totalmente fuera de lugar. Si quieren derrotarle electoralmente háganlo con razonamientos políticos, pero no saltándose y dinamitando el Estado de Derecho.