Una mujer fumando en una terraza. | Marcelo Sastre

Los empresarios de bares y restaurantes con terrazas quisieran que el Govern derogue la normativa antiCovid que prohíbe fumar en ellas. Tienen sus razones, que son legítimas: debería haber una normativa nacional que unifique la variada legislación en todo el Estado. Además, si se trata de una medida para evitar la propagación de la Covid-19, una vez que el coronavirus ha quedado atrás y ha dejado de ser un problema de salud pública, lo adecuado es que decaiga la medida. Sin embargo, una vez que los fumadores se han acostumbrado a levantarse y salir de la terraza para fumar; y una vez que los no fumadores se han acostumbrado a no respirar el humo del tabaco ajeno, será difícil dar pasos atrás.

Es preciso reclamar al Gobierno que avance en un proyecto de Ley que defienda mejor los derechos de los no fumadores, a fin de limitar los daños que el tabaco causa a la salud de fumadores y no fumadores. Pero también es importante evitar que los restauradores deban hacer de policías, algo que no forma parte de su cometido. En efecto, debe ser bastante incómodo e incluso desagradable, andar explicando a los clientes, dependiendo de su país o comunidad autónoma de procedencia, una normativa que ahora resulta desfasada y carente de sentido. Pero más desagradable resulta tragarse el humo del vecino cuando se está leyendo la prensa en una terraza.

Cada cual es muy libre de envenenarse como le plazca. Pero eso no incluye ahumar al prójimo con los efluvios apestosos y cancerígenos del tabaco, algo que causa la mitad de los diagnósticos de cáncer al año. De forma que si se tienen que levantar y alejarse un poco para calmar el mono, sigan haciéndolo como hasta ahora.