Una imagen de las obras de la avenida Isidor Macabich. | Irene Arango

Aquello de que «no hay más ciego que el que no quiere ver» queda muy claramente de manifiesto en determinados casos y uno de estos casos es sin duda la ejecución de las obras de reforma de la Avenida Isidor Macabich. Creo que nadie en sus cabales puede estar en contra de un proyecto ciertamente necesario que además de un cambio visible en la superficie, contiene lo que para mi es más importante y necesario que es la renovación de todos los servicios de esa zona, que no se ven ya que van soterrados.

Por supuesto que deberá notarse el efecto positivo de las nuevas instalaciones de diversos servicios públicos instalados en esta avenida, sobre todo y en concreto la separación de las canalizaciones de pluviales y residuales que es siempre la parte más efectiva de cualquier obra pública que se realice en Vila, sobre todo si tenemos en cuenta las graves consecuencias que cualquier lluvia medianamente copiosa viene provocando en el municipio.

Dicho todo ello, no se puede olvidar todo lo negativo que la citada obra conlleva y las nefastas consecuencias que su ejecución ha venido provocando y a día de hoy sigue provocando. Ya en su momento expresé mi opinión acerca de la inconveniencia de la fecha elegida para el inicio de las obras. Tal como era fácil de prever, tener la arteria principal del municipio totalmente patas arriba en plena temporada turística no ha supuesto ningún beneficio para nadie, ni residentes y comerciantes de la propia avenida en obras, ni residentes del resto del municipio, ni turistas que nos han visitado; nadie sin excepción ha escapado del caos provocado.

Como manifesté en su momento, parece mentira que nadie haya sido capaz de hacer una correcta programación en cuanto a las fechas más idóneas para trabajar en la ejecución de un proyecto de las dimensiones y características de este, tratando con ello de evitar o al menos minimizar al máximo las molestias de cara a una temporada turística que todos en el municipio estaban esperando para empezar a recuperarse de dos años de pandemia.

Y lo que era previsible ha ocurrido. Para muchos no ha existido la tan esperada temporada de verano, ya que la llegada de miles de turistas no les ha supuesto ninguna mejora en el rendimiento de sus actividades comerciales y, todo ello debido al empecinamiento de empezar unas obras de ese calibre coincidiendo con los primeros meses veraniegos. Por supuesto, los constantes cortes de agua, luz y gas sufridos por los residentes en esa avenida urbana, también han supuesto y siguen suponiendo un quebradero de cabeza para todos ellos.

Pero lo que ya resulta menos comprensible y aceptable es la falta de capacidad para ir mejorando conforme la obra va avanzando. Está más que demostrada la incapacidad de ir solventando problemas conforme van surgiendo, ya que estos se repiten una y otra vez de la misma forma. No parece existir el menor control en el proceso de ejecución; ni en la propia obra en sí, ni en las consecuencias que las mismas provocan en buena parte del resto del municipio. Resulta desesperante verse atrapado en el atasco de tráfico que las obras provocan en la Avenida Ignasi Wallis, en sus calles aledañas, en la calle Aragón o en todas las de la zona de Es Clot.

Incluso ahora con el mes de septiembre ya vencido, durante demasiadas horas del día necesitas más de media hora para conseguir llegar en cualquier vehículo desde la zona de Avenida España/Vara de Rey, hasta el primer cinturón de ronda. Y en ningún caso se ve ningún tipo de control en los puntos más conflictivos. No quiero ni pensar lo que ocurriría en el supuesto que hubiera que atender cualquier tipo de urgencia de verdadera gravedad en algún punto de esas calles colapsadas de vehículos y a las que sería imposible acceder con la necesaria presteza.

Inexplicable resulta la total falta de empatía de los responsables de las obras con todos aquellos que están siendo victimas de una falta de planificación en el que posiblemente sea el proyecto de mayor impacto de los últimos años en el municipio. Aunque mucho más sorprendente me resulta ver la falta de reacción de quienes decidieron iniciar su ejecución en el peor momento y no parecen capaces de ejercer el necesario y debido control en el desarrollo diario de las citas obras.¿No hay nadie con dos dedos de frente que asesore a los responsables municipales?