Exocerebro. | Pixabay

El impacto de la era tecnológica sobre las personas ha sido inmenso, prácticamente en menos de 30 años la sociedad se ha digitalizado de manera global. Modificando de forma evidente la manera de comunicarnos, el acceso a la información e incluso la forma de relacionarnos. En un nivel menos visible se intuye que también está modificando nuestro cerebro y por este motivo, diversas investigaciones están estudiando cómo la tecnología afecta a la neuroplasticidad; que es la capacidad del cerebro de cambiar físicamente adaptándose a nuevas situaciones.

La tecnología está impactando en nuestra capacidad de memorización, de prestar atención y de concentración, Nicholas Carr en su libro» The Shallows: What the Internet is doing to our brains». Defiende que «Vivir conectados a Internet nos hace pensar de forma mucho más superficial». La facilidad y la limitación de esfuerzos que nos proporciona la tecnología provocan que nuestro cerebro tienda a economizar energía. Según Betsy Sparrow, psicóloga de la Universidad de Columbia, antes de internet los humanos tendían a descansar parte de la información en los amigos, en los compañeros de trabajo o en la pareja, ahora esa memoria externa es mucho más potente y se llama Google.

Es evidente que nos hemos adaptado a nuevas formas de comunicarnos, a buscar información, a ser productivos o a entretenernos a través de la tecnología. Nuestro cerebro utiliza algunos tipos de tecnología para ahorrar energía, dado que nos ayudan a memorizar o codificar la realidad. Así vuelve a aparecer con fuerza el término «exocerebro», que como con otros conceptos al relacionarlo con la era digital adquiere nuevo significado. De una manera sencilla podríamos entender el exocerebro como la tecnología de sustitución memorística, no solo reemplazando mecanismos cognitivos deteriorados, si no como un dispositivo de ahorro de esfuerzo. ¿Por qué memorizar los números de teléfonos de mi familia y amigos si ya los tengo en el smartphone?, ¿Por qué aprender un camino si tengo GPS?, etc.

Este nuevo paradigma tecnológico nos obliga a comprender que muchos de los aprendizajes cognitivos que antes almacenamos en nuestro cerebro han sido relegados a dispositivos digitales a modo de exocerebro o memoría exógena. Por consiguiente, esto provoca un aumento de los niveles de dependencia digital del ser humano para poder ser funcional. Aquí nace una pregunta que se han hecho muchos especialistas de diferentes materias: ¿En un futuro será más determinante el cerebro o el exocerebro?

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