Un grupo de viviendas. | Imagen de Hands off my tags! Michael Gaida en Pixabay

En Ibiza y Formentera tenemos un grave problema, yo me atrevería a decir: el problema. Se llama vivienda y no hay manera de conseguir que ninguna administración en ninguna legislatura haya sido capaz de hacer nunca una política seria para allanar el terreno en un asunto tan escarpado. La presidenta, Francina Armengol anunciaba la semana pasada a bombo y platillo las medidas de su escudo social para combatir el aumento de los precios. Entre ellas el aval de parte de las hipotecas de compra de la primera vivienda, para que el banco pueda conceder el 100% del importe de la compra y evitar el desembolso por parte del ciudadano.

Pero arrrrgggggg, esa medida es prácticamente inaplicable en las Pitiusas. Resulta que tiene un tope de 270.000 euros, las viviendas de un precio superior quedan excluidas de la ayuda. ¿Saben ustedes cuantas viviendas hay por debajo de ese precio en Ibiza? Once, si once. Pero espere, ¿sabe cuántas en Formentera? Dos, si dos y les vamos a llamar vivienda siendo muy generosos, ya que uno es un garajito de dos coches reconvertido y el otro un cubículo en el que para comer tienes que sentarte en la taza del wáter.

Ese tope en el caso de las Pitiusas significa un    gran desconocimiento de la realidad de nuestras islas y por tanto unas ayudas inertes que en nada van a influir en nuestros bolsillos.

Está claro que no se deben avalar operaciones inmobiliarias de lujo, pero como díria Rato: «Es el mercado amigo». Eso es lo que hay y nada parece que vaya a cambiar, lo que seguirá influyendo en la llegada de todo tipo de profesionales a nuestras islas y en la felicidad de los residentes.

Así que si: Palma, tenemos un problema y grave.