Fachada del Consell de Ibiza. | Archivo

¿Cuánto nos queda a la sociedad ibicenca por ver y soportar? La experiencia lo demuestra: los
dos partidos políticos que se han alternado en el poder desde la restauración de la democracia, no solo no han resuelto los problemas de las personas, sino que se han afanado en generar otros nuevos, asegurándose así el argumento de que siempre hay mejoras o cambios que acometer, y con ello la posibilidad de prometer soluciones que, por cierto, nunca llegan. Es un escándalo.

Decepción es lo que experimenta la población en referencia a la clase política en general, y a las dos fuerzas que han gobernado estas islas en particular, y que no han mostrado diferencias significativas una respecto de la otra. Los mismos problemas arrastrados desde antaño: deficiencias cada vez más acusadas y alarmantes en sanidad, educación, servicios sociales, en la protección del territorio y la gestión de los recursos naturales... Todo ello cuando es notorio el despilfarro generalizado de fondos públicos en múltiples sectores: cargos oficiales innecesarios (creados muchos de ellos para colocar a los afines), espectáculos y jornadas del todo prescindibles, que solo contribuyen a la propaganda y autobombo del equipo de gobierno en cuestión... Es un escándalo.

Una legislatura tras otra se repite la misma escenificación: los que gobiernan achacando al equipo anterior de color distinto la falta de implicación y emprendimiento de acciones contundentes y efectivas, mientras la sociedad continúa afectada por las mismas carencias y necesidades sin atender. ¿Desde cuándo venimos escuchando acusaciones de la oposición al equipo de gobierno de turno en el Consell acerca de su incapacidad de gestión y planificación, de carecer de voluntad, por poner un ejemplo, para tramitar y sancionar el uso ilegal de pisos turísticos o de regular el ocio diurno en hoteles y clubs de playa? Fuimos testigos de ello en la pasada legislatura y continuamos presenciando la misma representación en la actual. ¿Acaso es tolerable que el actual equipo degobierno en el Consell lleve ahora mismo casi una legislatura prácticamente inoperativo y que el PSOE solo encuentre motivo de oposición en un vídeo de promoción turística y en las deficiencias de un sistema público de transporte de las que ellos son igualmente responsables? Nefasta imagen la que ofrecen la gran mayoría de los que viven en esta isla de la política (que no políticos), que en lugar de ejercerla la desvirtúan y utilizan para intereses particulares, siendo el más relevante, sin duda, mantenerse en el poder. Es un escándalo.

Cada día se hace más necesaria una gestión de lo público basada en la selección de las personas por su calidad humana, sus conocimientos y especialización en las diferentes áreas, y no por el amiguismo, que es lo que por desgracia impera. Somos víctimas de pseudopolíticos que mienten, que ejercen sin escrúpulos su vanidad en una escenificación continua con el fin de manipular y convencer de aquello que ni tan solo piensan. ¿Qué credibilidad tiene y qué confianza merece un candidato a las próximas elecciones, que en su discurso de presentación se compromete a frenar el crecimiento ilimitado en la isla y a combatir los problemas de masificación que afectan a la industria turística, cuando el día anterior ha dado instrucciones a sus portavoces en los distintos ayuntamientos y en el Consell de no apoyar una propuesta en referencia a estos mismos asuntos dirigida a frenar el cambio climático? Es un escándalo.

Ambos, PP y PSOE insulares, han tenido a lo largo de muchos años y bastantes legislaturas, la oportunidad de trabajar para gestionar, cambiar, preservar y prevenir, siendo hoy los dos únicos responsables de la situación crítica en la que nos encontramos: de la masificación urbanística, del crecimiento descontrolado, de la destrucción del territorio y del agotamiento de los recursos naturales, entre otros. A fuerza de décadas, tanto de nula como de pésima gestión, han demostrado que no son quienes harán de esta isla, en otro tiempo hermosa y envidiable, un lugar digno para vivir, porque ni son capaces, ni figura entre sus deseos, ni está en sus objetivos.

A estos reyes de la farándula, maestros de la hipocresía y el enredo, cuyas jornadas de «trabajo» consisten en deplorables espectáculos de ridículas actuaciones a la espera de los aplausos de un público fiel y entregado:

Abandonen las instituciones y permitan que sean personas dignas de un trabajo tan apasionante como es la política quienes las ocupen. Aquellos que la han manchado causándole un deterioro de tan difícil reparación, teniendo incluso la desvergüenza de calificarla de juego sucio, y continúan actuando en perjuicio de los intereses del conjunto de la población actual y futura, deben marcharse.

Vaciemos de una vez nuestros gobiernos locales e insulares de indeseables, incompetentes y oportunistas, entusiastas de la teatralización, que se rodean de necesarios grupos de serviles para aclamarles y encumbrarles en su afán de alcanzar sus ansiados puestos de poder o de permanecer en ellos. Y que sean personas íntegras con formación, que amen y respeten nuestra isla y sus gentes, profesionales con capacidad para trabajar con mentalidad de servicio público, quienes nos representen y gestionen eficazmente nuestras instituciones.

Corren nuevos aires, nuevas formas de pensar y de hacer basadas en el talento y el conocimiento, en la dignidad, la honestidad y el respeto, para afrontar con ilusión y dedicación plena y desinteresada los innumerables, cambiantes y apasionantes retos que el mundo y la sociedad modernos nos plantean.

Ser humanitario significa dar bienestar al ser humano, y eso es lo que debería ser la política. Tal vez con el tiempo consigamos una humanización de la misma y llegue el día en que todo será uno.