Hospital de Formentera. | Archivo

Esta semana hemos podido publicar una de las noticias más esperadas de los últimos tiempos: la puesta en marcha del servicio de hemodiálisis en el hospital de Formentera. Cuando Formentera pudo finalmente contar con un hospital propio hace 15 años, éste ofrecía este tratamiento imprescindible para la vida para el único usuario que existía en la isla en aquel momento. El paciente fue trasplantado y, por tanto, el servicio dejó de ser necesario. Pasaron los años y la isla volvió a tener pacientes que necesitaban el filtrado de la sangre tres veces por semana.

Carlos, Francisco y Tato debían desplazarse a Can Misses para recibir el tratamiento con lo que ello supone especialmente para personas con una salud débil y con la pandemia de por medio.

La consellera balear de Salud, Patricia Gómez aseguró en el Parlament hace dos años que la hemodiálisis en Formentera era «inviable». No contó Gómez con la capacidad del pueblo de Formentera para hacer frente a las adversidades y los pacientes -especialmente Tato- tomaron cartas en el asunto y las movilizaciones, las firmas y la presión mediática dio la vuelta al asunto y el propio Parlament aprobó la implementación del servicio, que llega finalmente dos años después, el próximo día 21 de este mes.

Francisco ya no lo podrá ver (nos dejó hace algunos meses a los 84 años), Tato ya no lo necesita al disponer de un nuevo riñón que funciona perfectamente. Pero Carlos, que lleva siete años dependiendo de la diálisis, por fin la podrá hacer al lado de casa, además de los dos nuevos usuarios y aquellos que lo puedan necesitar.

En asuntos de salud no debemos hablar de viabilidad económica, lo que de verdad le importa a los pacientes y a sus familiares y amigos es tener una calidad de vida aceptable y eso no tiene precio.