Una imagen de diversos representantes políticos pitiusos en la World Travel Market.

La pompa, el boato y la mentira son probablemente los elementos más presentes en la infinidad de ferias turísticas a las que las instituciones pitiusas acuden como vaca sin cencerro. Nuestra clase política parece haber desarrollado un cierto gusto por darse aires de importancia en estos eventos y con ello fingir conocimiento y poder.

La última feria en Londres (World Travel Market) ha demostrado que las campañas publicitarias, por muy bien hechas que estén, no tienen efecto alguno porque los únicos que acuden a su visualización son los propios políticos ibicencos. Ir a Londres a hacer discursos en castellano es como comerse la sopa con un tenedor de plata: por muy bonito que sea, es un instrumento equivocado para la finalidad pretendida.

Los únicos que entendieron para qué sirven este tipo de ferias fueron la alcaldesa de Santa Eulalia, Carmen Ferrer y el alcalde de Sant Joan, Antoni Marí ‘Carraca’. La primera optó por copar su agenda con reuniones con turoperadores y todo tipo de empresarios para hacer una promoción individualizada y certera de su municipio. Por su parte, el alcalde joaní optó por no acudir, sabedor de la irrelevancia de la presencia institucional en estos eventos y del gasto inútil que suponen. ‘Carraca’ sabe que Sant Joan no necesita ir prodigándose por las ferias para atraer turismo de calidad al municipio que mejor conserva la esencia de la Ibiza más ancestral. Aquí no tienen cabida el turismo de excesos, ni los beach clubs, ni es un territorio consagrado a la exclusividad del falso lujo. A pesar de alguna infame excepción en la costa, Sant Joan es silencio, gastronomía y autenticidad. En definitiva, es el reducto en el que Ibiza se debe mirar si queremos una isla más habitable, próspera y respetuosa.