Junk Food en el cerebro. | Imagen de John Hain en Pixabay

Los anglosajones utilizan la denominación junk food para clasificar a los alimentos ricos en grasas y calorías, pero pobres en minerales, vitaminas y otros nutrientes. En castellano se denomina a estos alimentos como «comida basura». Los especialistas en nutrición refieren que no todo lo que ingerimos en nuestro organismo se puede considerar alimento, e incluso que no todos los alimentos se pueden considerar saludables, generando una clasificación alimenticia.

De la misma manera que los alimentos tienen un efecto sobre el organismo, el consumo digital excesivo de algunos tipos de tecnología, conlleva cambios neuroquímicos y neuroanatómicos adversos, desadaptativos y perdurables similares a los observados en la dependencia de sustancias y la adicción comportamental.

Con el consumo de tecnología sucede lo mismo, no toda la tecnología se puede considerar saludable. Una de las principales dificultades para gestionar el uso de pantallas es la falta de una clasificación digital que discrimine la tecnología por efectos sobre las personas. Generalmente se habla de tecnología de una manera global sin hacer diferencias significativas entre los distintos contenidos digitales.

El psiquiatra Manuel Rodríguez expresaba: «Tanto las redes sociales como los videojuegos están diseñados para mantenernos centrados en ellos el mayor tiempo posible. Gracias a la combinación de estímulos sonoros, visuales, interacción online y, por otro lado, el desarrollo, plagado de retos, recompensas, exploración de mundos virtuales y otras estrategias, se activan múltiples neurotransmisores: adrenalina y cortisol, dopamina, serotonina, oxitocina, endorfinas, etc., en una experiencia global difícilmente igualable por las del mundo físico».

Algunas de las características que tienen las tecnologías basura serían que interfieren activamente con notificaciones, no tienen un uso con finalidad productiva, generan cambios neuroquímicos y comportamentales, ocupan el tiempo de manera ociosa, generan socialización desvirtuada, no están recomendadas a menores de 14 años, etc. Así dentro de este grupo estarían las redes sociales, los chats, los videojuegos, las relacionadas con el uso de la imagen personal, las compras, etc.

Durante los últimos años hemos ido adquiriendo la capacidad de gestionar los alimentos junk food de una manera moderada, ya que identificamos sus efectos negativos sobre nuestro organismo. Quizás es el momento de comenzar a gestionar la tecnología basura de manera controlada y limitada, dado que también generan un efecto perjudicial sobre la persona y con especial incidencia en los menores. ¿Te has preguntado cuál es tú consumo digital basura?

ivancastroconsulta@gmail.com