Imagen de archivo del aeropuerto de Ibiza. | Archivo

Hay cosas que nunca cambian, gobierne quien gobierne y pase lo que pase. Es lo que se conoce como «tener la sartén por el mango», algo que algunas empresas de determinados sectores estratégicos, como bancos, energéticas, proveedores de servicios públicos esenciales y también aerolíneas, tienen muy interiorizado. De igual modo que algunos colectivos estratégicos    de trabajadores (estibadores portuarios, controladores, pilotos, maquinistas de tren) saben que tienen en su mano paralizar un territorio si se lo proponen, hay empresas que saben que pueden fijar los precios que se les antoje porque los usuarios no tienen más remedio que pasar por el aro.

Un año más comprobamos que las aerolíneas aumentan los precios de los billetes en fechas muy concretas, donde la demanda se dispara porque, quien más, quien menos, procura pasar las fiestas de Navidad y Año Nuevo en su casa, con su familia. Miles de residentes en las Pitiusas se afanan por estas fechas en reservar sus plazas de avión a la península, encontrándose con la sorpresa que lo que habían calculado que les costaría el traslado por vía aérea se queda muy corto. Las compañías aéreas hinchan los precios ante la avalancha de compradores. Saben bien que los residentes únicamente abonan el 25 % del billete, el otro 75 % lo paga el Estado, da igual el precio que pongan. Lo malo es si se viaja con toda la familia, que el gasto se multiplica y entonces ya nada es barato.

Las aerolíneas se aprovechan de la situación para ganar el máximo posible, sabedoras que nadie puede hacer nada para evitarlo. Tampoco nuestros gobernantes, que ni pueden ni quieren, como acredita que el mismo abuso empresarial se suceda año tras año por estas fechas. Toca pagar o quedarse en casa haciendo videollamadas.