Imagen de archivo de Rafa Ruiz, alcalde de Vila. | Arguiñe Escandón

Ell alcalde de Eivissa, Rafa Ruiz, será de nuevo el candidato del PSOE e intentará revalidar un gobierno progresista que, para incredulidad de muchos, aguanta firme e imbatible. El PP no ha sabido recuperarse en este municipio desde que el «verano azul» y «la banda del salami» los mandaran al espinoso páramo de la oposición.

Ruiz ha protagonizado una gestión con más sombras que luces y deja una ciudad patas arriba, más sucia, menos habitable, menos transitable y más hostil. El ambiente en el municipio es tenso y reina un cierto halo de hastío al que el PP se aferra para alimentar su optimismo de cara a los próximos comicios. Su mirlo blanco será Rafa Triguero, exconcejal y exconseller no electo. Su inesperada elección como candidato de las filas populares ha causado tanta sorpresa como desánimo. Son muchas las voces de la derecha vilera que creen que no será capaz de doblegar a su némesis, con quien incluso comparte ciertos rasgos personales. Los populares, en un imprudente exceso de confianza lo fían todo al «efecto Feijóo», elemento de dudoso impacto en unas elecciones municipales. Ruiz necesita revalidar la alcaldía con el fin de lapidar a un amortizado ‘Agustinet’ y, llegado el momento, imponerse como soberano.

El PP deberá esforzarse no sólo para ganar en Vila, sino porque lo que allí pase condicionará el resultado en el Consell. Vicent Marí aspira a arañar un conseller más para consolidar un gobierno estable. Para librarse de las ataduras de un pacto, necesita aguantar en Santa Eulalia, sumar en Sant Antoni, minimizar la caída en Sant Joan, crecer en Sant Josep y recuperar Vila. Sus enemigos: la desmovilización del campo, la división de la derecha y la factura de la pandemia. Tanto Ruiz como Marí tienen las tablas suficientes para saber qué se juegan.