Tania Marí en una imagen de archivo.

Las elecciones en Sant Joan de Labritja siempre han sido las menos interesantes, dado que la hegemonía que Antoni Marí Marí ‘Carraca’ se ha impuesto sin margen para la sorpresa. Empezó con cinco concejales en 1999 y se va con el doble de escaños en el palmarés.

El PP se enfrenta a un viejo adversario: los independientes. Siempre estuvieron allí, nunca se fueron. El alcalde joaní los mantuvo unidos, hasta que el anuncio de su salida ha provocado el interés de algunos por hacer tambalear esa mayoría indiscutible. Javier Torres dejará previsiblemente el Consell y se hundirá con un partido del que sólo quedan cenizas, aunque ha subido al bote salvavidas de las viejas glorias de la política joanina («Sa Veu des Poble»), que garantizará su continuidad en primera línea política. El pasado martes enseñaron músculo con una paella para trescientas personas: un gran logro, aunque un dato que no puede servir de indicador, dado que no todos los buñuelos y raciones de paella que se sirven se convierten en votos.

Por su parte, la flamante candidata de los populares, Tania Marí, se decanta por una estrategia mucho más asequible y efectiva. La diputada autonómica parece querer prescindir, de momento, de grandes actos y se la puede encontrar fácilmente por todos los rincones del municipio hablando con vecinos para tomar el pulso del electorado, conocer de cerca sus reivindicaciones y menguar el descontento del que se alimentan sus adversarios. Superado el pequeño bache interno que supuso su elección como candidata, ahora trabaja por conformar una lista solvente que aleje el sueño de «Sa Veu des Poble» de condicionar la gobernabilidad del municipio. Los joanins deberán elegir entre un salto a lo desconocido o una renovación que garantice estabilidad.