Una imagen de archivo del hospital Can Misses.

En la actualidad cualquier gobierno lo que persigue, principalmente, es ser pionero y ser un ejemplo. A los gobernantes ya no les basta con cumplir con su obligación, ganarse el sueldo de forma honesta, estar a la altura de las circunstancias, cumplir con la palabra dada y ser eficaces y eficientes. Toda actuación tiene como objetivo ser precursores y, además, ser tomados como modelo por otros gestores públicos. Nuestros próceres, habitualmente tan pagados de sí mismos, tan elevados, tan levitando, tan caminando sobre las aguas, se consideran tan excelentes en su desempeño que piensan que pueden innovar continuamente y que los demás les copien.

De ahí que los pacientes oncológicos en las Pitiusas, además de ser atendidos personalmente por parte de sus oncólogos respectivos, reciban atención telefónica. Cualquiera podría pensar que se trata de una medida de emergencia para no dejar desatendidos a los pacientes, ante la falta de profesionales que aqueja al Área de Salud de Ibiza y Formentera, pero en realidad se trata, según parecen explicar desde la Conselleria de Salut del Govern de les Illes Balears, de una actuación innovadora, pionera en la sanidad pública y que en breve será seguida por otras administraciones.

Las asociaciones que agrupan a pacientes de cáncer en las Pitiusas han manifestado su disconformidad con una medida tan controvertida, porque acostumbrados a tratar con sus médicos cara a cara, no les convence el nuevo método, por más que la Conselleria quiera venderlo como todo un avance y una mejora cualitativa en la atención prestada. No cuela.

Parece claro que los tres oncólogos del Hospital de Can Misses (cuando debería haber cinco en plantilla), más los otros tres que envían desde el hospital mallorquín de Son Espases, no son suficientes para cubrir presencialmente todas las consultas que deben atenderse; y de ahí que se recurra a la teleasistencia. Bien mirado, ya se hace habitualmente en especialidades como radiología o más recientemente en un programa piloto de telemedicina implementado en el Hospital Comarcal de Inca (Mallorca), con el fin de reducir las listas de espera en cardiología.

En este caso, los pacientes son citados para que acudan al hospital, donde una enfermera les recibirá y contactará por videollamada con un cardiólogo de la sanidad privada, que les pasará consulta.
Sin embargo, los pacientes de oncología no son enfermos normales y corrientes, como cualquiera puede entender, y se niegan a ser visitados por teléfono, o a que les expliquen el resultado de sus analíticas de control sin tener cara a cara al profesional médico interlocutor.

No hay profesionales

Hacen falta más médicos y enfermeras, pero como todos sabemos, las Pitiusas no son un destino atractivo para muchos trabajadores públicos, por mor de un plus de insularidad desfasado que hace tiempo que no compensa el elevado coste de la vida que comporta la insularidad.
Ya ven lo que está sucediendo en la oficina de la Dirección General de Tráfico (DGT) de Ibiza, donde el éxodo de funcionarios es imparable y se conmina a los ciudadanos a resolver sus trámites telemáticamente. De ahí a cerrar el servicio solo va un paso.

Catalán

La falta de personal es tan apremiante que el Govern balear ha tenido que aceptar, a regañadientes, que no se exija acreditar el conocimiento del catalán a médicos y enfermeras, ya que son categorías deficitarias. No hay otra solución, porque de lo contrario, no hay forma de cubrir las vacantes con personal de fuera de Balears. Así, la tozuda realidad ha acabado imponiéndose y por más que el Ejecutivo de la socialista Francina Armengol y sus socios de Podemos y Més per Mallorca quieran, no hay más remedio que aparcar el requisito del catalán si se quiere seguir atendiendo a los pacientes, aunque sea tarde y mal.

Deterioro de la sanidad

Por más que se diga, tras la pandemia de Covid-19, la sanidad pública ha perdido calidad de forma espeluznante. Nada es lo que era y según parece, nunca lo volverá a ser. Sucede en Madrid y también sucede en Balears, por más que aquí los sindicatos no convocan huelgas. Será porque aquí la presidenta se llama Armengol y no Ayuso. Pero en breve comenzarán los paros anunciados por el Sindicato Médico (SIMEBAL) y veremos a quién le da la culpa de la situación la consellera Patricia Gómez. Lo ideal sería que, ante un panorama desolador, se explique claramente que la teleasistencia y las consultas por videollamada, son la única forma de garantizar la atención a los pacientes; en lugar de hablarnos, como si fuéramos imbéciles, de medidas pioneras y ejemplares, que, además, evitan desplazamientos. Dejen de tomar el pelo a la gente.