"He descubierto que solo veo películas, o series, que ya he visto." | Pixabay

He descubierto que solo veo películas, o series, que ya he visto. Hace tiempo que lo sabía, pero no me había fijado. Ahora no hay duda, no puedo hacerme el distraído. Solo me gusta de verdad lo que conozco bien, lo que he visto varias veces, porque si una película no la he visto nunca, entiendo que por algo será.

No es que carezca de curiosidad, es que solo tengo curiosidad por lo conocido. Con los libros también me pasa, aunque no tanto, no tan exagerado; a veces hasta leo un libro que no había leído. Pero las pelis son para el entretenimiento, y entretenimientos nuevos a estas alturas es imposible. La verdad y la belleza, no digamos el disfrute, están en el conocimiento, no en las sorpresas. Bastantes sorpresas desagradables nos da la vida para añadir más en las ficciones. Romeo y Julieta se tienen que morir tontamente al final, nada de innovaciones ni giros de guion.

Cuando te sabes de memoria una película (o cualquier cosa), mejora mucho, y las expectativas no se ubican en lo inesperado, sino en que todo sea como siempre y cada cosa en su sitio, igual que en una sinfonía. Algo que jamás ocurre en la realidad. Qué gusto contemplar sin sorpresas, sin intriga, sin misterios, sin novedades. Extirpado el interés por la trama argumental, que has visto tantas veces, se accede al placer de la peli en sí, sabiendo exactamente qué va pasar al minuto siguiente. Fantástico. Este placer supremo lo conocen bien los aficionados a la música, la danza o el arte pictórico; también los enamorados. Un melómano jamás rehusará escuchar La flauta mágica, o La bohème, alegando que ya las ha oído. Menudo capullo sería. En cambio eso no pasa con el cine, siempre ansioso de nuevas historias sorprendentes, que cuentan mal lo que ya se contó bien.

No podemos elegir nuestra vida, pero sí nuestras ficciones y entretenimientos; bien escogidas, las ficciones nunca decepcionan, es la ventaja que tienen. No engañan. Me encantan las cosas muy conocidas y vistas, como unos zapatos viejos o una vieja amante. Mi whisky favorito, mis pelis. Nunca me cansan. Notarán que no he puesto ningún ejemplo de ellas, ni uno Y no pienso hacerlo; es algo privado. Que cada cual se entretenga como prefiera.