Una imagen de archivo de las obras de la avenida Isidor Macabich. | Daniel Espinosa

Nos encontramos en plena vorágine anual de los trámites y debates de presupuestos en todas las administraciones. Como es más que comprensible, quienes están gobernando aprovechan esos trámites y debates para poner en valor las partidas que avalan grandes y vistosos proyectos para el año que está a poco de empezar. Por su parte, la oposición aprovecha la coyuntura para resaltar, no aquello que se propone y anuncia por parte del gobierno, si no aquello que no se está comprometiendo y que entienden que es más necesario.

En ambos casos, gobernantes y oposición, suelen centrarse en propuestas y proyectos relevantes y que requieren de grandes partidas económicas y; en determinados casos, unos y otros está claro que se centran en los mismos para hacer valer sus papeles en la política. Y me gustaría hoy centrarme en estos casos y en concreto en lo que se entiende por política municipal.

En las ruedas de prensa de los gobiernos municipales, en las que se exponen las cuentas de cada municipio para el año siguiente, siempre se acaba destacando y poniendo de relieve por un lado la cifra global del nuevo presupuesto y, por el otro y sistemáticamente, la parte de la misma que se dedica a grandes inversiones. Da la sensación que se pretende que se juzgue y valore la gestión de unos y el control de la misma por otros, solo en base a los grandes proyectos.

Sinceramente creo que es un error pensar y actuar de esta forma. La política municipal es mucho más que esos grandes y costoso proyectos anunciados, hacer política en un ayuntamiento debe ser siempre la forma más directa de tener contacto con el conjunto de los ciudadanos y, por más que las grandes obras puedan suponer algún tipo de mejora para el total de la población; nunca se deben olvidar los problemas de cercanía que cada residente de un municipio tiene en su propio barrio o calle donde vive. Y sinceramente, la mayoría de veces parece que ese concepto de política de proximidad, se olvida o directamente desaparece.

La mejora y el mantenimiento en perfecto estado de los diferentes barrios, debería ser una prioridad tanto para los gobernantes, como para aquellos que están en la oposición. Para ello la ejecución de cualquier tipo de infraestructura nueva, o de obra en la vía publica, que siempre provocará molestias durante la misma; debe hacerse con el máximo cuidado tratando de minimizar dichas molestias. Para conseguirlo resulta imprescindible estar controlando esa ejecución de forma permanente; día a día. Hay que vigilar cada circunstancia adversa que vaya surgiendo y es necesario estar en permanente contacto con quienes de forma directa sufren y padecen los efectos de dichas obras.

Por otro lado, cabe resaltar que no basta con empezar y acabar una obra, ya que lo realmente importante ocurre muchas veces entre el inicio y el final de la misma. Además, hay otro aspecto que muchas veces se deja en el olvido una vez que el mega proyecto está finalizado; por supuesto me refiero a su mantenimiento y a la inversión necesaria para que esté siempre en perfecto estado de uso. De qué nos servirán los grandes proyectos, si una vez acabados y con el paso de los años acaban siendo mamotretos descuidados, que difícilmente puedan seguir sirviendo correctamente para aquello que fueron diseñados. En muchas ocasiones, una correcta inversión anual en mantenimiento, puede evitar tener que invertir grandes cantidades de dinero en nuevos proyectos.

Como ejemplo de lo que entiendo que es importante en política municipal, podemos centrarnos en la presentación de los presupuestos para 2023 por parte del ayuntamiento de Vila. 77 millones de euros como cifra global, 24 de ellos destinados a proyectos de inversión directa. Entre los proyectos en ejecución, o previstos para el próximo año, tenemos: La remodelación de Isidoro Macabich, obra realmente necesaria, pero en la que se nota a faltar el control municipal y la falta de ideas o propuestas de la oposición; en la que parece mentira que sigan ocurriendo cosas como que en algún tramo no existan pasos correctamente habilitados para los peatones, básicamente para que no tengan que cruzar por entre los vehículos y metiéndose hasta las rodillas en los charcos y el barro.

También está la remodelación del Mercat Vell y la Peixateria, proyecto que lleva danzando más de veinte años, que a pesar de los numerosos anuncios hechos, a día de hoy sigue siendo un lugar tristemente abandonado; a pesar de ser de importancia capital para toda la zona de La Marina. O el anuncio de nuevos carriles bici, más que necesarios también, si bien nada se anuncia de cómo se piensa solventar el colapso de tráfico en el municipio, o como se resolverá a medio y largo plazo la problemática del aparcamiento.

Parece claro que la política municipal de proximidad, pasa más por la atención y preocupación por los pequeños problemas que afectan a cada vecino, que por los anuncios de proyectos grandilocuentes.